Un reciente estudio de Microsoft Research ha encendido las alarmas sobre el impacto creciente de la inteligencia artificial (IA) en el empleo, al identificar las diez profesiones con mayor riesgo de automatización en Estados Unidos. El análisis, basado en 200.000 interacciones reales con Copilot —el sistema de IA generativa de Microsoft—, refleja una transformación profunda en el mercado laboral, donde tareas tradicionalmente humanas están siendo asumidas cada vez más por máquinas inteligentes.
La investigación aplicó un índice denominado AI applicability score, que evalúa qué tan probable es que una IA pueda desempeñar una tarea con éxito. Este puntaje se calculó a partir de tres factores: la frecuencia con que los usuarios acudieron a Copilot para asistencia en tareas laborales, la efectividad de las respuestas de la IA (valoradas por los propios usuarios), y el nivel de cobertura de esas actividades por parte del sistema.
Entre las profesiones más expuestas destacan intérpretes y traductores, historiadores, asistentes de pasajeros, escritores y autores, representantes de atención al cliente, programadores de herramientas CNC, operadores telefónicos, empleados de agencias de viajes y venta de pasajes, y locutores y presentadores de radio. En estos casos, la IA no solo está demostrando eficiencia, sino también una capacidad creciente para ejecutar tareas complejas que antes requerían criterio humano. Aplicaciones de traducción automática, generación de contenido textual y atención a clientes en tiempo real ya son parte del día a día en muchas empresas.
Por ejemplo, la traducción simultánea o la creación de textos informativos y creativos son áreas donde la IA ha demostrado resultados notables. Los representantes de atención al cliente y agentes de viajes también enfrentan una presión creciente por la automatización de servicios a través de plataformas digitales capaces de gestionar reservas, resolver problemas y responder consultas con gran eficacia.
Este fenómeno plantea un dilema fundamental: ¿estamos frente a un reemplazo del trabajo humano o a una transformación que exige reconversión y adaptación? Microsoft insiste en que la IA puede ser tanto una herramienta de asistencia como un sustituto parcial, pero en muchos casos ya está ocupando espacios laborales completos, sobre todo en actividades donde la interacción física o el juicio emocional no son indispensables.
Sin embargo, el estudio también señala que no todos los empleos están en riesgo. Profesiones como asistentes de enfermería, masajistas, operadores de maquinaria pesada, lavaplatos y techadores presentan una baja exposición a la IA. Estas ocupaciones requieren habilidades manuales, contacto humano o supervisión directa, lo que representa una barrera tecnológica significativa para la automatización.
La IA todavía no logra replicar con éxito la empatía, el tacto físico ni la creatividad espontánea en contextos complejos. Esa es, por ahora, la principal defensa de quienes trabajan en sectores donde el factor humano sigue siendo irremplazable. Aun así, no hay garantías de que esto se mantenga en el mediano o largo plazo, a medida que las capacidades de los modelos de IA evolucionen.
Aunque la investigación se enfoca en el mercado laboral estadounidense, sus hallazgos resuenan globalmente. El ritmo al que se implementan herramientas de IA en empresas y servicios no tiene precedentes, y muchos países, especialmente los que carecen de políticas públicas de protección laboral frente a la automatización, podrían enfrentar mayores desafíos.
El informe de Microsoft invita a una reflexión urgente: el futuro del trabajo no está solo en manos de la tecnología, sino también en las decisiones políticas, educativas y empresariales que se tomen hoy. Fomentar la capacitación continua, redefinir roles y diseñar estrategias de integración hombre-máquina serán claves para evitar una crisis de empleabilidad.
En definitiva, más que una amenaza, la inteligencia artificial representa un punto de inflexión. La pregunta no es si la IA va a cambiar el trabajo, sino cómo vamos a prepararnos para ese cambio. Y en esa respuesta, todavía hay mucho por construir.
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