La noticia que ha sacudido al mundo del deporte español llegó desde un rincón lejano del planeta: un naufragio en aguas indonesias que acabó con la vida del entrenador del Valencia B femenino, Fernando Martín, y tres de sus hijos. Una tragedia de dimensiones difíciles de asimilar, contada desde la mirada de Loren Suárez, fotógrafo y uno de los pasajeros que vivió los minutos previos y posteriores al accidente.
Según narra, el viaje había comenzado con total normalidad. En el vuelo hacia Doha, Martín pidió un cambio de asiento para poder estar más cerca de su familia, un gesto sencillo que hoy se recuerda con una mezcla de dolor y desconcierto. Ya en Indonesia, la jornada parecía tranquila, incluso distendida. La mayoría de los pasajeros conversaba mientras terminaban de cenar en la embarcación que los llevaba a través de una zona de mar abierto conocida por sus movimientos bruscos.
El aviso del guía fue el primer indicio de que la noche podía complicarse. Les pidieron retirar vasos y objetos de las mesas porque el barco empezaría a moverse con fuerza. Y así ocurrió: en cuestión de segundos, todo vibraba. El fotógrafo decidió irse a descansar con su hijo, ajeno a lo que estaba a punto de pasar.
No habían pasado quince minutos cuando un estallido de gritos rompió la aparente calma. Primero fueron voces lejanas, luego pedidos de auxilio que se escuchaban cada vez más claros. La tripulación, en estado evidente de alarma, corría de un lado a otro. Al salir a cubierta, Suárez se encontró con un escenario confuso: los marineros cargaban salvavidas y los subían rápidamente a una lancha pequeña para dirigirse hacia un punto perdido en la oscuridad.
El barco se detuvo por completo mientras la lluvia y la falta de luz impedían ver más allá de unos metros. La sensación era de absoluta incertidumbre. Media hora después, la lancha regresó con las primeras noticias: algunas personas habían sido rescatadas, pero el alcance de la tragedia era evidente. Después se supo de las vidas perdidas, entre ellas la del entrenador y tres de sus hijos.
El testigo explicó que la embarcación donde viajaba no cumplía los estándares de seguridad que se esperarían en Europa. Aun así, era el transporte habitual para turistas, con un costo accesible para quienes visitan la zona: "El barco en el que estoy yo es bastante viejo, tiene sus salvavidas ahí, pero deja mucho que desear. Pero esto es Asia, esto no es Europa, ni Canarias, ni el Mediterráneo... donde se deben cumplir las normas. A nosotros, este viaje en barco nos costó 5.600.000 rupias, que son como unos 290€", comentó el fotógrafo.
Esta vez, la fragilidad de la embarcación convirtió al mar en un escenario fatal.
Una historia que deja a una familia devastada, a un club de fútbol sumido en el luto y a un país entero consternado.
Fuente: Mundo Deportivo