El 25 de diciembre, Día de Navidad, tradicionalmente asociado con la celebración, la unión familiar y la esperanza, adquiere en la historia reciente de Cuba y del mundo un matiz distinto cuando se analiza desde la memoria de los pueblos frente a la opresión y la injusticia. Para Cesareo Navas, intelectual cubano ya retirado, esta fecha es un recordatorio de los apagones, las carencias y la falta de respuesta de quienes detentan el poder en la Isla. En su publicación más reciente, relata que en la Navidad de 2025, los habitantes de su zona permanecieron sin electricidad desde la 1:30 p.m. hasta las 10:45 p.m., viviendo horas de incertidumbre y vulnerabilidad, un símbolo de la crisis energética y la sensación de abandono que perciben millones de cubanos.
Navas vincula estas dificultades contemporáneas con hechos históricos que marcaron el mundo y la memoria colectiva. Recuerda que un 25 de diciembre pero de 1989, poco después de la caída del Muro de Berlín, el dictador rumano Nicolae Ceausescu y su esposa Elena fueron ejecutados tras un juicio militar sumario. Este episodio, aunque distante geográficamente, sirve como ejemplo de cómo los pueblos pueden reaccionar frente a sistemas totalitarios que reprimen la libertad de expresión, generan miseria y gobiernan con puño de hierro. Los rumanos, al igual que muchos pueblos del este europeo, se levantaron contra años de opresión y su protesta simbolizó la justicia popular y la búsqueda de dignidad.
Para Navas, el paralelismo con Cuba es inevitable. En sus mensajes se percibe la frustración hacia la “continuidad” del poder que, según él, ha llevado al país a una situación de oscuridad literal y figurada. La falta de servicios básicos, el hambre y las penurias diarias contrastan con las promesas incumplidas de las autoridades y generan un clamor creciente por un cambio que permita abrir las puertas a nuevas generaciones de líderes capaces de reconstruir la nación desde la inteligencia, el progreso y la equidad social.
La Navidad, entonces, no solo es una fecha de celebración, sino también un momento de reflexión histórica y política. Es un día para recordar que los pueblos tienen memoria y que las injusticias acumuladas tarde o temprano exigen respuesta. El ejemplo de Rumania y la experiencia cotidiana de los cubanos subrayan la importancia de la conciencia social, la resistencia pacífica y la exigencia de derechos fundamentales.
Cesareo Navas invita a sus compatriotas a no olvidar, a mantener viva la memoria histórica y a exigir cambios reales, recordando que los pueblos no solo celebran la Navidad con luces y festines, sino también con la esperanza de justicia, dignidad y libertad. En un 25 de diciembre marcado por apagones, descontento y represión, su mensaje se convierte en un llamado urgente a la acción, a la vigilancia y a la fe en un futuro donde Cuba recupere su luz, tanto literal como simbólica, y pueda ser verdaderamente un faro de América.
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