La reciente emisión de Cuadrando la Caja desató una ola de críticas luego de que declaraciones oficiales sugirieran un “consumo excesivo” de arroz y papa en Cuba, trasladando la responsabilidad de la escasez a los hábitos alimenticios de la población. Economistas y especialistas cuestionaron ese enfoque y apuntaron a problemas estructurales del modelo económico y agrícola del país.
Durante el programa, Roberto Caballero, doctor en Ciencias y miembro del Comité Ejecutivo Nacional de la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, afirmó que el arroz es de origen asiático y la papa andina, por lo que —según su criterio— no serían cultivos “naturales” de Cuba. Su recomendación: “comer otra cosa”. El planteamiento fue percibido por muchos como desconectado de la realidad cotidiana.
La respuesta más contundente vino del economista Pedro Monreal, quien rebatió el argumento con datos oficiales. Monreal subrayó que el consumo de arroz no ha aumentado, sino que ha caído por falta de disponibilidad. Señaló que, tras un pico en 2005, para 2023 el acceso al grano era 41,5% menor, reflejo de una oferta insuficiente.
El economista añadió que la producción arrocera se ha desplomado desde 2019. La superficie cultivada, que en 2009 alcanzó cerca de 189 mil hectáreas, se redujo drásticamente, especialmente en tierras no estatales. En 2023, apenas 13,1% del área sembrada correspondía a productores no estatales, pese a su papel clave en el sector. Las importaciones, aunque relativamente estables, no cubren la demanda nacional.
Para Monreal, la escasez no se explica por “excesos” del consumidor, sino por la incapacidad del sistema para producir alimentos básicos. Cambiar los hábitos —advirtió— no resolverá un problema de gestión, incentivos y políticas.
En la misma línea, el economista Mauricio de Miranda respaldó esa lectura y criticó el programa por minimizar el drama social. A su juicio, responsabilizar al ciudadano desvía la atención de la responsabilidad gubernamental en una crisis alimentaria que obliga a millones a depender de pocos productos esenciales.