Una máquina utilizada originalmente en Camagüey para moler galletas, ahora se destina a la producción de harina de yuca, un ingrediente incorporado en el país a la elaboración de alimentos, ante las dificultades para importar harina de trigo.
Durante una visita del vicepresidente cubano Salvador Valdés Mesa a la finca El Renacer de la Cooperativa del Créditos y Servicio 26 de Julio del municipio Jimaguayú, se supo del procesamiento de la raíz a partir de la maquinaria.
“Con un objeto social de producir alimentos, elaborarlos y comercializarlos ante la falta de la harina de trigo y con una maquinaria recuperada, que originalmente molía galletas, se propusieron procesar la yuca. Hasta el momento realizan el pelado manual, la secan al sol por tres o cuatro días, la muelen y en un último paso logran la harina”, destaca un reporte de la prensa oficialista camagüeyana.
“Con los cinco trabajadores que tenemos hoy, y estas maquinarias, llegamos a 3,5 toneladas en un mes, y las utilizamos todas. Diariamente hacemos 7 000 croquetas y entre 500 y 600 hamburguesas que vendemos en los mercados Ideales de la ciudad. Eso lo logramos con el encadenamiento productivo con la Empresa de Flora y Fauna que nos venden los subproductos de carne para estas elaboraciones”, comentó Andrés Pérez Posada, al frente de la entidad y de la Mipyme Copal.
“A partir de esta experiencia, el interés es mecanizar todo el proceso para llegar a las 10 toneladas mensuales, y poder extender la práctica a otros territorios, para ir introduciendo la harina de yuca a pequeña escala en las diferentes producciones, lo que nos garantizará variedad y sostenibilidad en los mercados”, dijo el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) en la provincia, Federico Hernández Hernández.
Además, la entidad desarrolla una “fase de prueba” con la Empresa Alimentaria en la repostería, “con buenos resultados, y en la producción de panes con un 40 % de harina de yuca”.
En abril, Cuba inauguró su primera planta de producción de harina de yuca, ubicada en el municipio de Abreus, en la provincia de Cienfuegos. La planta, con tecnología colombiana, costó alrededor de cien mil euros, según reportes oficiales.
“Para conformar el pan utilizan un 30 por ciento de harina de yuca y un 70 por ciento de harina de trigo. Hacemos otros ensayos con trabajadores por cuenta propia, que existen en el territorio, quienes elaboran pizzas y dulces”, explicó el director de la instalación.
Aproximadamente un mes antes, el fraile dominico brasileño y teólogo de la liberación, Frei Betto, resaltaba en el espacio de la Mesa Redonda el pan de harina de yuca como una alternativa frente a la escasez de recursos en el país. “Si abres en La Habana una panadería con pan de yuca, de boniato o de maiz van a hacer grandes colas porque esos panes tienen más sabor que el pan de trigo”, aseguró Betto, quien es asesor del Programa de Soberanía Alimentaria y Educación nutricional de Cuba.
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