Hay fechas que no existen realmente, pero que todos cargamos como si fueran monumentos: líneas imaginarias donde decidimos que algo cambia, aunque el mundo siga rodando igualito, sin pedir permiso. Ulises Toirac lo dice clarito: los días corren sin parar, solo la numeración cambia… y aun así insistimos en creer que el 31 a las 11:59 es distinto al 1 a las 12:01. ¿Será terquedad, ingenuidad, o esa necesidad humana de aferrarse a un punto de partida para no desmoronarnos del todo?
Este fin de año nos agarra como casi todos: revueltos, saturados y llenos de esas historias que se cruzan en el camino para distraernos de lo esencial. Que si el arroz y la papa son el nuevo thriller nacional, que si el diputado dijo la verdad en el peor momento posible, que si el chikungunya volvió a pedir pista o que si alguien terminó en Baleares y ahora es noticia porque cualquier cosa lo es. Cuba entera convertida en una madeja de sucesos que se atropellan unos a otros, sin avanzar, sin resolver, sin asomarse siquiera a ese futuro que todos seguimos esperando.
Y sí, la vida “sigue igual”… pero no igual-bonita, ni igual-tranquila... ¡igual-tensa, igual-difícil, igual-retorcida, y por ratos, peor."
Porque los acontecimientos que deberían mover la aguja, esos que podrían arrancar un cambio real, siguen dormidos en algún rincón del archipiélago. Y uno, mientras tanto, va poniendo el oído, guardando los datos, anotando mentalmente los síntomas de un país que no acaba de despertar.
Pero llega el fin de año. Llega el 2026. Y a los cubanos no hay crisis que les quite el instinto ancestral de esperar “que ahora sí”. Esa esperanza es nuestra camisa de fuerza y también nuestro salvavidas. Aunque la UNE nos deje a oscuras, siempre encontramos un bombillito interior para encender la sala del alma.
Por eso la imagen es perfecta: Ulises componiendo una cancioncita, una luz interna, un pequeño foco emocional que no depende de kilowatts ni de tarifas abusivas. Porque si algo sabemos hacer, es inventarnos melodías para espantar la sombra, aunque afuera falten cables, comida, transporte o paciencia.
Así que sí, aunque el calendario sea solo un invento humano, dejemos que funcione su magia. Que valga este cambio de número para respirar hondo, para encender la chispa, para creer —aunque sea un poco— que algo puede mejorar.
"Pero es fin de año... Llega el 2026 (me sobresaltó y me despertó hoy el descubrimiento "siempre es 26!!! PLP!! ") y de cualquier manera el cerebro, sabio, nos pone la camisa de fuerza de la esperanza en un futuro diferente.
"En eso ando. Haciendo una cacioncita que me ponga en el alma las luces que no quiere cobrarme la UNE (linda que es ella)"
Del perfil de Ulises Toirac
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