Foto e información tomada de Periódico Cubano
Resulta paradójico que una fecha asociada hoy a chistes, travesuras y titulares falsos tenga un trasfondo tan sombrío. El Día de los Santos Inocentes, celebrado en muchos países del mundo hispano, hunde sus raíces en un relato de la tradición cristiana que describe una matanza de niños en el antiguo Medio Oriente y que, con el paso de los siglos, terminó transformándose en una jornada de bromas.
El origen se vincula al Evangelio de San Mateo, donde se narra que una profecía anunciaba el nacimiento de un rey a través de una señal astronómica. En esa historia, la aparición de una nueva estrella guió a los sabios —conocidos popularmente como los Reyes Magos—, quienes llegaron a Jerusalén y despertaron la inquietud del rey Herodes I el Grande. La tradición lo describe como un gobernante receloso, obsesionado con conservar el poder y temeroso de cualquier amenaza a su trono.
Según el relato bíblico, ante la posibilidad de que el recién nacido fuera el Mesías, Herodes ordenó matar a todos los niños menores de dos años en la región para eliminar a un posible rival. Antes, había intentado que los Reyes Magos localizaran al niño, pero estos no regresaron a informarle. Jesús —hijo de María y José— habría nacido en Belén alrededor del 4 a. C., fecha que coincide con el período en que se ubica la muerte de Herodes, y no en el “año cero”, como suele creerse.
De acuerdo con la tradición religiosa, como los niños asesinados no tenían pecado, fueron venerados como Santos Inocentes. Sin embargo, desde una mirada histórica, no existe consenso sobre si ese episodio ocurrió realmente: varios historiadores señalan que una medida tan extrema habría dejado huellas documentales más claras y habría sido políticamente explosiva para el monarca.
La transformación hacia el tono festivo llegaría siglos después. En la Edad Media, celebraciones cristianas comenzaron a mezclarse con antiguas fiestas paganas. La conmemoración de los Santos Inocentes coincidía con las Saturnales romanas, jornadas de desenfreno y cambios simbólicos de orden social. Entre sus costumbres estaba repartir panes, y a quien le tocaba uno con un haba se le concedía, en broma, el rol de “gobernante” por un día, con licencia para gastar bromas y desatar travesuras.
Con el tiempo, esa mezcla cultural fue inclinando el sentido del 28 de diciembre hacia las “inocentadas”, entendidas como engaños leves permitidos por la tradición. La celebración se extendió y adoptó frases populares como “Inocente palomita que te dejaste engañar” y, en el habla cubana, expresiones como “¡Aquí no hay vida para los mare’ao!”.
Incluso hoy, algunos medios publican noticias exageradas o cómicas que luego aclaran como invenciones propias de la fecha, confirmando cómo una conmemoración nacida del duelo terminó convertida en un día donde la sociedad se permite, por unas horas, reírse del engaño.
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