La Terminal de Ómnibus de Matanzas presenta un estado grave de deterioro físico, que afecta las condiciones de comodidad, higiene y seguridad para los pasajeros. Este edificio histórico y patrimonial es un ejemplo visible del abandono generalizado que sufren muchas infraestructuras en Cuba.
A pesar de las denuncias públicas y reconocimientos parciales por parte de las autoridades, no se ha ejecutado una reparación integral que resuelva las deficiencias que acumula el inmueble. Entre los problemas más evidentes están la falta de asientos, baños en condiciones insalubres, techos dañados con filtraciones y una notable ausencia de seguridad para los usuarios. La situación ha generado un constante reclamo social, ya que la terminal es un punto clave para trabajadores, estudiantes, familias y turistas nacionales que dependen del transporte público para sus desplazamientos diarios.
Esta terminal deteriorada no representa un caso aislado, sino que forma parte de una crisis estructural que afecta a múltiples sectores en Cuba. Escuelas, hospitales, centros culturales y residencias también muestran señales evidentes de abandono, muchas veces agravado por la falta de mantenimiento, la corrupción y la mala gestión administrativa.
En contraste, el gobierno cubano ha decidido enfocar recursos en la construcción de hoteles de lujo para el turismo, dejando en segundo plano las necesidades básicas de la población. Esta estrategia de inversión ha sido cuestionada en medio de una recesión prolongada, con inflación elevada, desabastecimiento crónico y un éxodo creciente de profesionales.
La prioridad otorgada a la infraestructura turística contrasta con la situación precaria de servicios fundamentales como el transporte público y los espacios públicos para la comunidad.
El deterioro de la Terminal de Ómnibus de Matanzas y de otras infraestructuras tiene un impacto directo en la vida diaria de los cubanos. La insuficiencia de recursos, combinada con la falta de inversión, provoca que la movilidad sea cada vez más difícil, obligando a los ciudadanos a enfrentar largas esperas, hacinamiento y condiciones poco seguras para viajar.
Esta realidad también se traduce en un malestar social creciente, ya que las prioridades oficiales parecen desconectadas de las necesidades reales de la población. La terminal continúa operando en condiciones deplorables, lo que incrementa la frustración y las críticas entre los usuarios.
Casos similares en otras regiones de la Isla incluyen el puente ferroviario de Versalles, que presenta un avanzado estado de oxidación, y el Parque Infantil del Malecón en La Habana, actualmente reducido a escombros. Estas situaciones evidencian un problema generalizado de abandono que afecta tanto a estructuras emblemáticas como a espacios comunitarios esenciales. Los ciudadanos demandan respuestas y soluciones concretas para revertir el deterioro, así como un cambio en las políticas de inversión que priorice el bienestar social y la mejora de la calidad de vida.
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