Las nuevas tarifas anunciadas por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) han generado una oleada de críticas en redes sociales. Aunque el periódico oficialista Girón, de Matanzas, intentó justificar la medida en un editorial reciente, los ciudadanos no han tardado en calificarla como abusiva, elitista y completamente alejada de la realidad del pueblo cubano.
En su texto, Girón admite que las cifras impuestas por ETECSA resultan difíciles de “asimilar” en medio de una crisis económica “sin precedentes”. Sin embargo, el editorial, lejos de ponerse del lado de la ciudadanía afectada, hace equilibrios para defender a la empresa estatal, aludiendo como siempre al embargo estadounidense y a la necesidad de divisas para mantener la infraestructura tecnológica del país.
La estrategia de comunicación parece diseñada para suavizar el golpe: “ETECSA, literalmente, se ahogaba”, dice Girón. “Actuar no era una opción; era una obligación para evitar el colapso técnico y financiero total”. El editorial incluso cuestiona, tímidamente, si el alza no fue demasiado abrupta, pero sin exigir acciones concretas ni asumir una postura verdaderamente crítica. Es un texto que busca quedar bien con el poder, pero también calmar a un pueblo visiblemente indignado.
Y es que los cubanos no han tardado en pronunciarse, especialmente en plataformas como Facebook, donde comentarios como el de la internauta Anisley se han vuelto virales por su claridad y valentía:
“¿Acaso alguien en su sano juicio puede poner precios en dólares americanos a una sociedad que cobra en moneda nacional?”, pregunta Anisley, con ironía. “¿Acaso alguien en su sano juicio le da más importancia a la 'salud' de una empresa monopolio que al bienestar de 11 millones de cubanos?”
Su publicación, directa y dolorosamente realista, denuncia el sinsentido de exigir pagos en dólares o imponer tarifas de más de 11 mil CUP cuando la mayoría de los trabajadores apenas ganan 3 mil pesos al mes. Anisley no se queda en la queja, también señala el desgaste emocional del pueblo, la falta de respeto con la que se manejan los discursos oficiales y el hartazgo generalizado ante medidas que solo benefician a unos pocos.
“No obliguen más al pueblo a limosnear y a prostituirse para que dos o tres puedan seguir viviéndola y disfrutándola”, concluye con firmeza.
La indignación no es aislada. Decenas de comentarios similares recorren las redes sociales, reflejando un profundo descontento con una empresa que, en lugar de servir al pueblo, actúa como una entidad financiera prioritaria del Estado. Los internautas se sienten burlados, y no faltan quienes llaman al boicot activo: no más recargas desde el exterior, no más conformismo ante un sistema que impone sin consultar.
En este contexto, el editorial de Girón, aunque intenta abrir un espacio para el diálogo y la búsqueda de alternativas, cae en la contradicción de justificar lo injustificable. Habla de subsidios focalizados, de posibles alianzas, de la conectividad como herramienta de desarrollo, pero no ofrece ni exige soluciones reales para quienes hoy deben elegir entre comunicarse o comer.
La desconexión entre los discursos oficiales y la vida cotidiana de los cubanos es cada vez más evidente. Mientras el Estado prioriza la “salud” de sus empresas, la ciudadanía clama por dignidad, justicia y sentido común.
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