En el barrio de Miraflores Viejo, Alta Habana, municipio Boyeros, la situación con el suministro de gas licuado ha sido complicada. Durante más de mes y medio, no hubo disponibilidad del preciado combustible. Finalmente, hace dos días llegó un camión con gas licuado, pero los funcionarios del gobierno municipal que estuvieron presentes no permitieron la venta libre, limitándola solo a aquellos núcleos familiares que tienen contratos de gas.
Esta decisión ha tenido consecuencias graves. Ahora, las bombonas de gas se venden a precios exorbitantes, oscilando entre 1000 y 2000 pesos. Esta situación ha sido facilitada por los propios funcionarios públicos del gobierno de Boyeros, quienes han contribuido a la especulación y al aumento de precios.
Este es solo un ejemplo de las dificultades que enfrenta el pueblo cubano, que sigue soportando miserias y abusos. El régimen continúa evaluando el nivel de tolerancia y aguante de la población en Cuba. La pregunta es, ¿hasta cuándo seguirá esta situación?
Esta problemática no es un caso aislado. En otras zonas del país, se han reportado situaciones similares con otros suministros básicos. Por ejemplo, en Manicaragua, el termo de leche del rodeo ha estado roto por más de un año, lo que ha causado que la leche se eche a perder casi todos los días. Los enfermos solo reciben un litro de leche por semana y actualmente hay leche de tres días sin recoger. La población se pregunta por qué no se implementan alternativas para distribuir la leche directamente a la comunidad.
Estos casos reflejan la desesperación y la frustración de los cubanos ante la falta de soluciones y la ineficiencia del gobierno para abordar problemas básicos que afectan su vida diaria.
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