SERVI AXESS es una MIPYME estatal perteneciente a la Empresa Comercializadora AXESS, adscrita al OSDE/GEA del Ministerio del Transporte (MITRANS). Su encargo social, según se ha explicado oficialmente, es de alta sensibilidad: prestar servicios necrológicos a la población capitalina mediante una flota de 15 vehículos eléctricos adquiridos y adaptados para ese fin, con sistemas de carga convencional y respaldo mediante paneles solares.
El pasado 24 de diciembre, la base de estacionamiento de SERVI AXESS recibió la visita del Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Durante el recorrido se expuso la funcionalidad del proyecto, presentado como una respuesta moderna y eficiente a los problemas históricos del sistema funerario en La Habana.
Sin embargo, el anuncio deja abiertas interrogantes profundas que no pueden obviarse. El mismo Estado que durante años ha monopolizado los servicios necrológicos —y que hoy los mantiene en un estado de abandono evidente— es el que ahora crea una MIPYME estatal para “resolver” el problema, previsiblemente a través del cobro de servicios más caros y diferenciados.
Las imágenes que se han vuelto frecuentes en las calles del país no surgieron por casualidad: ataúdes cayendo de vehículos inadecuados, entierros en cajas fabricadas con materiales improvisados, traslados realizados en camiones o autos destinados a otros fines. Todo ello es consecuencia directa de la falta de inversión, mantenimiento y gestión en un sector que siempre estuvo bajo control estatal.
Lejos de asumir responsabilidades, el Estado se presenta ahora como salvador, pero no mediante el fortalecimiento del sistema público existente, sino creando una estructura paralela con lógica empresarial. En otras palabras: no se corrige la raíz del problema, se mercantiliza su consecuencia.
Esta dinámica no es nueva. Es la misma que se repite con los apagones y la posterior venta de plantas eléctricas y paneles solares; con la escasez de alimentos y la proliferación de tiendas online en divisas controladas por entidades estatales; con la crisis sanitaria y los servicios “alternativos” de pago. El Estado genera la precariedad, la normaliza y luego cobra por aliviarla parcialmente.
Ahora el ciclo alcanza incluso a la muerte. A familias empobrecidas, exhaustas tras años de carencias, se les ofrece una “solución” funeraria que no elimina la indignidad de fondo, sino que la traslada al terreno del mercado controlado por los mismos responsables del colapso.
El problema no es la existencia de tecnología, vehículos eléctricos o energías renovables. El problema es el modelo: uno en el que el Estado falla sistemáticamente en su deber básico y luego convierte esa falla en una oportunidad de recaudación.
Romper ese ciclo es urgente. De lo contrario, no solo seguirá deteriorándose la vida de los cubanos, sino que —como ya ocurre— también se seguirá lucrando con su muerte.
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