El cierre de las cuentas del Partido Comunista Alemán por parte del banco cooperativo GLS Bank ha provocado un intenso debate político y financiero dentro y fuera de Europa, especialmente por sus implicaciones en los llamados proyectos de “solidaridad” con Cuba.
Aunque la entidad bancaria aseguró que la decisión responde a razones legales y de cumplimiento normativo, una investigación periodística sugiere que el verdadero trasfondo apunta a los riesgos asociados al manejo de fondos vinculados a instituciones controladas por la dictadura cubana.
El tema fue abordado en una entrevista conducida por el periodista Mario Pentón, en la que participó el escritor y periodista cubano Amir Valle, exiliado en Alemania tras ser expulsado de Cuba por el régimen.
Desde Berlín, Valle aportó contexto y análisis sobre cómo funcionan estos mecanismos de ayuda y por qué han encendido las alarmas en un país como Alemania, conocido por su estricta legislación financiera y su histórica experiencia con el comunismo.
Según explicó Valle, Alemania destina anualmente alrededor de 25 mil millones de euros a la ayuda al desarrollo internacional, un volumen de recursos que exige controles rigurosos. Las leyes alemanas prohíben expresamente financiar dictaduras, sistemas corruptos o estructuras vinculadas a movimientos autoritarios. En ese marco, los bancos cooperativos como GLS —orientados a proyectos sociales, humanitarios y ecológicos— están sometidos a una fiscalización aún más estricta, al manejar fondos de contribuyentes y pequeñas empresas.
El Partido Comunista Alemán, una fuerza política marginal sin representación parlamentaria y marcada por el descrédito histórico de la antigua RDA, habría canalizado donaciones hacia Cuba bajo la etiqueta de proyectos solidarios, incluidos supuestos apoyos a hospitales. Sin embargo, como subrayó Valle, no existe transparencia real sobre el destino final de esos fondos, un problema recurrente cuando se trata de ayudas que terminan gestionadas por estructuras asociadas al poder cubano, incluidas empresas vinculadas a la nomenclatura militar y económica del régimen.
Pentón recordó que medios independientes han documentado cómo muchos de estos llamados “proyectos de desarrollo local” en Cuba están ligados a familiares de altos dirigentes y funcionan como empresas pantalla para captar recursos europeos.
Esa opacidad, unida al historial represivo del régimen cubano, coloca a instituciones financieras y donantes europeos ante riesgos legales, reputacionales y éticos.
Más allá del caso puntual del GLS Bank, la conversación también abordó la mirada ambigua de Alemania hacia Cuba. Valle explicó que, pese a la traumática experiencia del control de la Stasi( seguridad del estado, policia secreta y servicio de inteligencia de la RDA) en la Alemania oriental, persiste en sectores políticos e intelectuales una visión nostálgica y condescendiente de la revolución cubana. No obstante, destacó que esa percepción está cambiando, en parte gracias al activismo de la diáspora cubana y a la labor de intelectuales y escritores comprometidos con la denuncia.
Amir Valle, ampliamente respetado en el ámbito literario y periodístico, es autor de una obra marcada por la crítica frontal al sistema cubano. Exiliado en Berlín desde 2006, ha construido una sólida trayectoria con novelas y ensayos como Las palabras y los muertos, Muchacha azul bajo la lluvia, Las raíces del odio, la polémica Habana Babilonia —difundida clandestinamente en Cuba—, así como títulos más recientes como Nunca dejes que te vean llorar y El aliento del lobo, donde aborda la influencia de la Stasi y los mecanismos de control exportados a la Isla.
El caso del banco alemán no solo expone los límites entre solidaridad y complicidad, sino que también refuerza una pregunta incómoda para Europa: ¿hasta qué punto ayudar sin fiscalizar termina sosteniendo a un régimen que viola sistemáticamente los derechos humanos?
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