Muchos lo conocen en Bayamo, Granma. Christian es un niño de 14 años que trabaja como barbero desde los 12 para sostener a su familia, enfrentando carencias y mostrando una admirable resiliencia ante las dificultades. El muchacho ha encontrado en la barbería no solo un oficio, sino una forma de ganarse la vida y contribuir al sustento de su familia.
Desde los 12 años, ha trabajado como barbero en un pequeño puesto improvisado en su barrio, donde realiza cortes de cabello y afeitados a precios bastante bajos.
A pesar de sus limitados recursos, Christian demuestra un esfuerzo inquebrantable por salir adelante en medio de la difícil situación económica que enfrenta Cuba y que afecta a la mayoría del pueblo, entre ellos, su familia.
El caso de Christian se dio a conocer a través de redes sociales, donde Eliecer Almenares (@elieceralmenares) publicó un emotivo video destacando su lucha diaria. El niño vive con su abuelo, su tía y una hermana menor de siete años, quienes dependen en gran medida de los ingresos que él genera. Además de su trabajo como barbero, Christian vende carbón y yuca para sumar ingresos que permitan a su familia subsistir.
Su realidad, marcada por carencias, incluye la falta de herramientas básicas para su oficio y constantes interrupciones en el suministro eléctrico, que afectan directamente su capacidad de trabajo.
Almenares resaltó la humildad y dedicación de Christian, mostrando su pequeño puesto, carente de productos esenciales como máquinas de cortar cabello, tijeras, peines y productos para barbería. “Este niño está demostrándole al mundo que, con esfuerzo, se puede salir adelante. Mientras muchos pierden el tiempo, él trabaja para ayudar a su familia”.
Sin dudas, un ejemplo para muchos que suelen vivir del "invento" o robando. La publicación incluye un llamado a la solidaridad, invitando a barberos y personas interesadas de diferentes partes del mundo, especialmente de Miami, a donar herramientas y productos que puedan mejorar las condiciones de trabajo de Christian.
El apoyo no solo se limita a las donaciones. También instó a los vecinos de Bayamo a acudir a su puesto, ubicado en la calle 22, esquina 26 de Julio, en el reparto "Ciro Redondo", y contratar sus servicios como una forma directa de apoyarlo.
Christian comentó que comenzó a cortar cabello a los 12 años y que ya tiene una base de clientes regulares, incluidos adultos mayores de su comunidad. Por sus servicios cobra 200 pesos por corte y 80 pesos por afeitado, precios extremadamente bajos si se comparan con el mercado actual.
La historia de Christian no solo refleja las dificultades que enfrentan muchos niños y adolescentes en Cuba, obligados a asumir responsabilidades económicas a una edad temprana, sino también su resiliencia y deseo de superarse.
En Facebook, Almenares compartió con gran alegría la noticia de la primera donación realizada al niño barbero de Bayamo: “Primera donación para Cristian. Gracias a las personas que empiezan a colaborar con nuestro proyecto social ‘Compartiendo Alegrías’”. Acompañó la publicación con una imagen que muestra un kit de máquina de pelar y peines para el pequeño.
Una de las manifestaciones más desgarradoras de la creciente crisis económica en Cuba es la proliferación de historias de niños y adolescentes que se ven obligados a trabajar para contribuir al sustento de sus familias.
En diciembre último, una desgarradora escena vivieron las personas que se encontraban en el Aeropuerto Internacional de La Habana, donde un niño que vendía caramelos terminó montado en una patrulla. También en diciembre, varias personas afirmaron querer ayudar a un muchacho de 15 años que, a pesar de tener una traqueotomía, vende pizzas en las calles de Camagüey para aportar algo de dinero a su hogar.
“Todos podemos poner un granito de arena”, dijo con relación a este caso la usuaria Dane Amaya en el grupo de Facebook “Ventas por Cantidad en Camagüey”, desde donde se dio a conocer la situación de este joven.
A pesar de la prohibición legal, el trabajo infantil es una realidad en Cuba debido a la crisis económica. Muchos niños, como Christian, se ven obligados a trabajar para apoyar a sus familias, realizando actividades como venta de productos en la calle, lo que compromete su educación y bienestar.
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