Durante la última jornada de la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada en Antigua, el vicesecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, lanzó una contundente advertencia: Washington podría abandonar el organismo si este no demuestra un compromiso político real en defensa de la democracia en la región, en particular en Venezuela y Haití.
Landau criticó duramente la inacción de la OEA frente a lo que calificó como “una elección robada descaradamente” en Venezuela, donde, según afirmó, la oposición presentó pruebas del fraude sin que el régimen de Nicolás Maduro hiciera esfuerzo alguno por desmentirlas. “¿Qué ha hecho esta organización ante semejante atropello democrático? Nada sustancial”, cuestionó.
El funcionario también señaló la profunda crisis venezolana provocada por el chavismo, que ha sumido al país en la miseria y obligado a millones de ciudadanos a huir, muchos de los cuales han encontrado refugio en los países representados en la misma Asamblea de la OEA.
La crítica de Landau no se limitó al caso venezolano. También mencionó la crisis institucional en Haití como ejemplo del deterioro democrático en la región ante la aparente pasividad del organismo hemisférico. “La amistad es una calle de doble sentido”, afirmó. “Estados Unidos necesita justificar ante su pueblo y su presidente que la inversión sustancial en esta organización genera beneficios concretos. Hoy no estamos seguros de poder hacer esa afirmación”.
Uno de los pasajes más reveladores de su intervención fue cuando recordó que, bajo una orden ejecutiva del presidente Donald Trump, el Departamento de Estado se encuentra revisando la pertinencia de la participación de Estados Unidos en organismos internacionales, incluida la OEA. En este contexto, Landau dejó entrever que ya existe una hoja de presupuesto para 2026 en la que no figura ningún aporte económico estadounidense a la organización.
El funcionario fue especialmente crítico con el secretario general de la OEA, Albert Ramdin, por negarse a calificar al régimen de Maduro como una dictadura, a diferencia de su antecesor, Luis Almagro. Esta postura, dijo, debilita la legitimidad de la organización y pone en duda su utilidad como instrumento de defensa democrática.
La Asamblea, además, votaba en esta jornada a tres nuevos miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Una de las candidatas es la activista cubana Rosa María Payá, promovida por Estados Unidos. Hasta antes del discurso de Landau, su elección parecía perdida frente a los aspirantes de México, Brasil y Bahamas, países con vínculos estrechos con el régimen cubano. Sin embargo, trascendió que la presión de Washington podría haber revertido el resultado.
El mensaje de EE.UU. fue claro: si la OEA sigue funcionando al margen de sus principios fundacionales y cede ante gobiernos autoritarios, deberá buscar nuevos patrocinadores. “Si Brasil y China quieren liderar esta organización, que también asuman sus costos”, concluyó Landau con tono diplomático, pero firme.
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