En el municipio de Niquero, provincia de Granma, el gobierno cubano organizó un juicio calificado como “ejemplarizante” para castigar un atentado contra dos agentes del orden público. Esta práctica se desarrolla en el marco del llamado Tercer Ejercicio Nacional de Prevención y Enfrentamiento al Delito, las Drogas y las Indisciplinas Sociales. Lejos de representar una búsqueda genuina de justicia, estos procedimientos judiciales funcionan como escarmientos públicos, destinados a imponer obediencia a través del miedo y el castigo desproporcionado.
El acusado, según medios oficialistas, lesionó a un policía durante un altercado. El tribunal dictó una severa condena de prisión y restricciones adicionales de derechos, como la prohibición de salida del país.
Aunque se "aseguró" que el proceso cumplió con las garantías constitucionales, todo el contexto indica lo contrario: se trató de una dramatización cuidadosamente orquestada para infundir temor, reforzar la autoridad del Estado y desalentar cualquier forma de disidencia o interacción conflictiva con sus fuerzas represivas.
"Este tipo de procesos no son herramientas de justicia sino instrumentos de obediencia, montajes teatrales donde el castigo es parte del espectáculo y la sentencia ya está escrita de antemano", aseguran muchos internautas.
La etiqueta de “juicio ejemplarizante” revela un patrón político: utilizar el sistema judicial como medio de propaganda para apuntalar el poder en momentos de tensión social.
Esta no es una excepción. Otros juicios similares se han llevado a cabo recientemente en La Habana. Sin ofrecer detalles sobre los implicados, el régimen resaltó el carácter aleccionador de las sentencias, una estrategia repetida históricamente en Cuba cuando el gobierno busca reafirmar su control en medio de crisis económicas, apagones, inflación y creciente emigración.
"La política de castigo público sustituye la búsqueda de soluciones estructurales, trasladando el foco del descontento hacia chivos expiatorios judiciales".
A través de estos juicios, el poder busca disciplinar a la población y desviar la atención de los problemas profundos que aquejan al país. Lejos de aportar orden, estos procesos agravan la desconfianza ciudadana en las instituciones, erosionan la legitimidad del sistema judicial y normalizan la represión como mecanismo de gobierno. En este panorama, el miedo no es un error del sistema, sino su combustible.
Justicia española confirma condena a Luis Rubiales por agresión sexual a Jenni Hermoso
Hace 18 horas
Otro accidente en Holguín: colisión entre Geely y camioneta deja dos lesionados graves
Hace 19 horas
Más de 25,000 líneas fijas siguen sin servicio en Cuba por falta de recursos y vandalismo
Hace 1 día