En un movimiento que marca un giro histórico en la política caribeña, Trinidad y Tobago declaró su respaldo al despliegue de destructores y buques de guerra anfibios de Estados Unidos frente a las costas de Venezuela.
La primera ministra Kamla Persad-Bissessar afirmó que, si el régimen de Nicolás Maduro lanza un ataque contra Guyana y la administración estadounidense solicita asistencia, su país intervendrá sin reservas.
Este anuncio pone de relieve la creciente preocupación regional ante la situación en Venezuela y la expansión del narcotráfico y la inestabilidad política.
La decisión de Trinidad y Tobago llega días después de que la administración Trump enviara destructores de misiles guiados clase Arleigh Burke al sur del Caribe, en lo que se describe como una misión para reforzar la seguridad marítima y “destruir los cárteles terroristas de la droga”.
Los buques USS Preble, USS Halsey y USS Sampson se han movilizado en una operación sin precedentes en la región y su presencia genera expectación entre los países vecinos y observadores internacionales.
Persad-Bissessar subrayó que, aunque Trinidad y Tobago mantiene “buenas relaciones con el pueblo venezolano”, la prioridad de su gobierno es proteger a Guyana ante cualquier amenaza.
Esta declaración refuerza el papel de Trinidad y Tobago como aliado estratégico de Estados Unidos en el Caribe y refleja la creciente polarización política en la región. Analistas señalan que este respaldo podría incrementar la presión sobre Maduro, especialmente ante posibles sanciones internacionales y la presencia militar estadounidense tan cerca de sus fronteras.
El despliegue naval no solo tiene implicaciones militares, sino también políticas y económicas. El Caribe, históricamente conocido por su neutralidad y enfoque diplomático, se encuentra ahora en el centro de un escenario tenso donde la geopolítica estadounidense y la situación interna de Venezuela convergen.
La comunidad internacional observa con atención cómo este apoyo explícito podría redefinir las alianzas regionales y afectar la estabilidad de Venezuela.
El movimiento de Trinidad y Tobago también abre un debate sobre la soberanía y la intervención internacional. La promesa de cooperación militar con Estados Unidos en defensa de un país vecino podría sentar un precedente para futuras alianzas y operaciones conjuntas en la región.
Mientras tanto, la atención mundial se mantiene centrada en Caracas y en las posibles repercusiones de la creciente presencia militar estadounidense, que muchos analistas consideran un mensaje directo al liderazgo venezolano.
Fuente: El Nuevo Herald
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