En pleno debate por la memoria histórica, un alto dirigente del Partido Comunista de Cuba encende la polémica con una afirmación que ha sido ampliamente desacreditada: asegura que durante el Maleconazo de 1994 y el levantamiento del 11 de julio de 2021 (11J) “no fue necesario disparar un tiro”.
El funcionario, Enrique Villuendas, afirmó en X que ambos eventos "fueron resueltos con pueblo, firmeza y liderazgo. ¡Por eso #YoSigoAMiPresidente!". Estas palabras fueron recibidas con indignación por cientos de testimonios que evidencian una cruda represión estatal
El periodista e investigador José Raúl Gallego respondió citando evidencia: durante el 11J hubo disparos contra ciudadanos desarmados, heridos y al menos un muerto, Diubis Laurencio Tejeda, asesinado de un tiro por la espalda en La Güinera. También presentó imágenes de heridos por balas de goma y móviles policiales armados con proyectiles letales.
Asimismo recordó el caso del Maleconazo de agosto de 1994, cuando hubo uso de violencia por parte de la policía y grupos de choque secretos del gobierno, a pesar de la escasa documentación audiovisual de la época
Suseli Morfa, también funcionaria oficial, respaldó los comentarios de Villuendas asegurando que el gobierno “aplastó la contrarrevolución en el Malecón” Sin embargo, numerosos usuarios cubanos en redes han compartido fotografías, videos y testimonios que desmienten ese relato: se ven manifestantes pacíficos siendo golpeados, arrastrados y detenidos violentamente por la policía y turbas oficialistas. Estas postales impactantes revelan madres llorando a sus hijos y jóvenes agredidos en las calles, lo cual contradice de forma tajante el mensaje del funcionario.
El contraste entre la narrativa oficial y los testimonios independientes ha generado una ola de indignación y cuestionamientos: ¿es posible narrar la historia de un país ignorando el dolor de su pueblo?
Además, más de 700 cubanos, en su mayoría jóvenes, fueron arrestados y condenados a largas penas tras las protestas del 11J, en lo que se considera una estrategia de amedrentamiento político
En redes sociales, el debate se ha convertido en un choque simbólico entre las mentiras oficiales y la evidencia audiovisual abierta:
¿Puede un Estado negar el uso de balas cuando hay videos que muestran la violencia?
¿Es legítimo minimizar tragedias registradas para preservar una imagen política?
Este episodio ha evidenciado, una vez más, que la memoria histórica no se escribe desde oficinas, sino desde las experiencias documentadas de quienes vivieron el dolor. Y en el caso del Maleconazo y el 11J, las imágenes y testimonios siguen contando lo que el régimen intenta borrar.
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