La muerte de la joven cubana Anet Martínez Barreiro ha conmocionado a su comunidad y desatado fuertes cuestionamientos sobre la calidad de la atención materna en Cuba. La información fue difundida por la página de Facebook Nio reportando un crimen, que recogió el testimonio de familiares y amigos profundamente afectados por lo ocurrido.
Según relató su hermano, Anet ingresó en la Maternidad Obrera de Marianao, en La Habana, donde tuvo un parto natural sin aparentes complicaciones inmediatas. Sin embargo, presuntamente quedó dentro del útero un resto placentario que no fue detectado a tiempo, lo que provocó una infección severa. En las primeras 24 horas, la joven empezó a presentar fiebre alta, pero fue diagnosticada con chikungunya, una valoración que —según la familia— retrasó la atención correcta y desvió el enfoque de los médicos del verdadero origen del deterioro.
El estado de Anet empeoró aceleradamente. El viernes 28 fue trasladada de urgencia al Hospital Nacional, donde finalmente se identificó la causa real del cuadro clínico y fue sometida a una intervención para intentar controlar la infección. Aunque inicialmente los médicos lograron estabilizarla, la evolución posterior se mantuvo crítica y requirió ingreso en terapia intensiva.
Durante 10 días, el personal sanitario luchó por mantenerla con vida. Sin embargo, la joven sufrió un paro respiratorio del que no pudo ser reanimada, pese a las maniobras efectuadas por los especialistas. La familia comunicó su fallecimiento con profundo dolor, agradeciendo las muestras de apoyo recibidas, pero reclamando explicaciones y responsabilidades por lo que señalan como una cadena de errores ocurrida desde el primer hospital donde fue atendida.
Anet Martínez Barreiro era madre reciente, esposa, pastora cristiana y una mujer muy querida tanto dentro como fuera de Cuba. Su bebé, según confirmaron los familiares, se encuentra en buen estado de salud.
El caso ha generado indignación entre vecinos, amigos y usuarios en redes sociales, quienes cuestionan la aparente falta de rigurosidad en las primeras evaluaciones médicas y la demora en identificar el foco infeccioso. También reaviva el debate sobre las persistentes fallas en el sistema sanitario cubano, especialmente en el área materno-infantil, donde se han documentado múltiples denuncias de mala praxis, carencias materiales y atención insuficiente.
La familia de Anet insiste en que no busca venganza, sino que se esclarezcan los hechos y se establezcan responsabilidades institucionales para evitar que tragedias similares se repitan. Reclaman, además, que se investigue el proceder en la Maternidad Obrera y se revisen los protocolos aplicados durante y después del parto.
Mientras el dolor por su pérdida continúa extendiéndose, este caso vuelve a poner sobre la mesa la urgente necesidad de mejorar los estándares de atención médica, fortalecer la supervisión sanitaria y garantizar que las madres cubanas reciban un servicio digno, seguro y sin negligencias.
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