La maquinaria propagandística del régimen cubano se activó a toda velocidad después de que estallaran en redes sociales los rumores sobre la supuesta salida del Ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy. La respuesta del gobierno fue inmediata: una nota oficial, utilizando el mismo guion desgastado, para intentar extinguir la polémica con palabras que han perdido credibilidad.
Según la versión presentada por la Viceprimera Ministra Inés María Chapman, y respaldada por la Empresa Eléctrica de La Habana, todo lo que circula en Internet es “mentira absoluta”. Insistieron en que el ministro permanece en su puesto, trabajando “como siempre” y liderando un supuesto esfuerzo de “recuperación” del Sistema Eléctrico Nacional. Este mensaje suena más a una defensa desesperada que a una información seria, especialmente en un país donde los cortes de energía son la rutina diaria.
Mientras el aparato oficial apelaba a la “unidad” y la “responsabilidad” con su discurso habitual, el propio ministro había admitido horas antes, en la televisión controlada por el régimen, que la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras no recibirá el mantenimiento capital que su estado crítico exige. Usó la palabra “coyuntural”, un comodín que para muchos ya es un chiste de mal gusto, para justificar que la planta solo se detendrá un mes en 2026, una decisión que no resuelve la crisis y solo prolonga el desastre.
En esa misma intervención televisiva, De la O Levy dejó caer otro balde de agua fría: la crisis de combustible seguirá golpeando al país durante todo el próximo año. Este reconocimiento equivale a aceptar que los apagones no solo continuarán, sino que empeorarán. Esto significa más horas sin luz, más colapso y más angustia para los hogares cubanos que luchan por sobrevivir.
El régimen intentó, además, maquillar el panorama mencionando una donación de 4.5 millones de dólares de Catar para “rehabilitar” capacidades energéticas. Sin embargo, este aporte solo está destinado a tres provincias y su alcance es tan limitado que parece más un parche simbólico que una solución real: otra curita sobre una herida que ya está supurando por todos lados.
Mientras La Habana insiste en desmentidos y discursos vacíos, el país entero sigue atrapado entre apagones interminables, promesas incumplidas y un sistema que está al límite. La crisis energética no es más que el síntoma de un modelo agotado que ya ni a sí mismo puede sostener.
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