El artista y escritor cubano Hermes Entenza publicó en su perfil de Facebook un texto que ha generado amplio debate dentro y fuera de la Isla. En él, analiza la sentencia dictada contra el exministro de Economía Alejandro Gil Fernández y la ola de protestas registradas anoche en barrios de Marianao y en varios municipios del país. Para Entenza, ambos hechos son “dos efectos de la misma causa”: el colapso moral del sistema y el cansancio definitivo del pueblo.
Entenza inicia su reflexión mencionando la noticia que leyó antes de dormir: la condena de cadena perpetua contra el exministro. Para él, esa condena no es creíble ni responde a un verdadero acto de justicia. La describe como una “píldora que no me trago”, y asegura que forma parte de una estrategia para espesar la “cortina de humo” del régimen ante la comunidad internacional.
El artista critica abiertamente a quienes aún creen en la narrativa de pureza revolucionaria: “cuatro o cinco idiotas internacionales” que celebrarán la sentencia como un acto de transparencia. Entenza lo desestima con ironía: “Oigan, sí, todavía hay descerebrados que se lo creen”.
Al despertar, el intelectual afirma encontrarse con lo que considera una noticia aún más relevante: las protestas de Marianao y otras localidades, donde ciudadanos exasperados salieron a las calles en medio de los apagones.
El autor subraya el contraste entre la vida de lujos de la élite gobernante y la realidad de una Cuba sumida en la oscuridad: “La gente se cansó de tantos mequetrefes viviendo de panza mientras la Cuba real vive en tinieblas”.
En cuanto a Gil se cuestiona “si desde su calabozo escucha los gritos del pueblo y pensará en los compinches que salieron ilesos y que junto a él desgraciaron para siempre la vida de los cubanos”
El artista plantea que quienes rodearon a Gil los mismos que lo usaron como chivo expiatorio siguen disfrutando de su “comunismo Giorgio Armani” mientras la miseria avanza.
Según Entenza, los verdaderos responsables del desastre cubano están empezando a verse reflejados en un espejo deformante: uno que no disimula culpas ni lujos ilícitos. “La plata no cree en cortinas de humo”, escribe. Tampoco lo hace el pueblo.
Para el artista, tanto la condena de Gil como las protestas populares comparten un origen: una crisis estructural y moral que ya no puede ocultarse. “Lo mejor”, concluye, “es que el pueblo también se ha mirado en el espejo; ya despertó, y no cree en las artimañas de un gobierno cada día más vulgar y desalmado”.
El texto de Hermes Entenza no es solo una crítica política: es un diagnóstico emocional del país, escrito con la contundencia de quien vive dentro de la Isla y observa cómo el miedo se transforma, poco a poco en voz, calle y ruptura.
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