Un nuevo episodio de justicia por mano propia estremeció a la localidad de Guanabo, en el este de La Habana, luego de que un presunto ladrón fuera sorprendido, reducido y posteriormente golpeado por vecinos hartos del incremento de robos y de la falta de respuesta policial.
El hecho ocurrió en horas de la noche en la calle 9na, entre 474 y 474B, justo frente a la conocida escuela de salvavidas.
De acuerdo con el testimonio publicado por Irma Borek en su perfil de Facebook publicación que rápidamente se viralizó el individuo fue sorprendido “en plena acción”, y varios residentes del área lograron detenerlo antes de que este escapara. Una vez reducido, el ambiente se tornó tenso. Los presentes, cansados de lo que describen como una “impunidad diaria”, comenzaron a golpear al presunto delincuente mientras esperaban la llegada de un patrullero.
Según Borek, el suceso no puede considerarse un hecho aislado. Por el contrario, lo que está sucediendo en Guanabo refleja una tendencia creciente en toda Cuba: ciudadanos que, ante la falta de protección institucional, deciden intervenir directamente para frenar actos delictivos.
La denunciante expuso que la comunidad vive entre robos constantes, calles en penumbras debido a los apagones, y una policía que no aparece a tiempo, lo que ha generado un clima de desesperación y miedo.
Vecinos de la zona aseguraron que este incidente es solo uno entre muchos episodios recientes en los que residentes se han visto obligados a actuar por su cuenta.
El sentimiento general es de agotamiento, ante delitos que ocurren “a cualquier hora”, tanto en la vía pública como dentro de las viviendas. La sensación de inseguridad se ha extendido al punto de que algunos consideran que el día y la noche tienen ahora el mismo nivel de riesgo.
Los residentes temen que estos actos de justicia vecinal, aunque nacidos del hartazgo colectivo, puedan derivar en tragedias mayores, ya sea para víctimas, agresores o terceros.
Mientras tanto, el silencio oficial y la falta de soluciones concretas mantienen a la población sumida en un clima de tensión creciente.
La publicación de Irma Borek ha reavivado el debate sobre la inseguridad en la capital y sobre el alcance real de la capacidad policial para enfrentar la actual ola delictiva. Para muchos, la pregunta sigue siendo la misma: ¿hasta cuándo podrá sostenerse una sociedad donde la gente se ve obligada a defenderse sola?
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