La crisis inmobiliaria en China continúa agravándose, y el caso del gigante inmobiliario Vanke es un claro reflejo de la difícil situación que enfrenta este sector clave para la economía del país. La empresa, que cotiza en Hong Kong y está parcialmente controlada por el gobierno de Shenzhen, anunció pérdidas netas estimadas en 45.000 millones de yuanes (6.200 millones de dólares) en 2024, marcando uno de los momentos más críticos en su historia.
En un comunicado reciente, Vanke atribuyó estas pérdidas a la “continua caída del mercado”, destacando que las ventas y márgenes de beneficio estuvieron por debajo de las expectativas iniciales. Además, la compañía se disculpó públicamente y afirmó que está trabajando para estabilizar su situación financiera. La crisis también se refleja en la renuncia de su consejero delegado, Zhu Jiusheng, quien dejó su cargo alegando “motivos de salud”. Sin embargo, informes previos del medio estatal Economic Observer sugerían que Zhu había sido detenido, aunque la empresa no ha confirmado esta información. Dicho artículo fue eliminado poco después de su publicación.
Además, otros dos altos ejecutivos de Vanke, incluido el presidente del consejo de administración Yu Liang, abandonaron sus cargos para asumir otras funciones dentro de la compañía. Estos cambios han incrementado la supervisión estatal, con Xin Jie, presidente del principal accionista Shenzhen Metro, asumiendo la presidencia de Vanke.
El sector inmobiliario, que alguna vez fue un motor clave de la economía china, se encuentra ahora en una prolongada crisis caracterizada por una acumulación insostenible de deudas. Grandes desarrolladoras, incluidas Evergrande y Country Garden, enfrentan dificultades similares, lo que ha desatado preocupaciones sobre el impacto en la economía general y el sistema financiero del país.
El caso de Vanke ilustra cómo los problemas de liquidez y confianza han afectado a las principales empresas del sector. A principios de este mes, la agencia Moody’s rebajó la calificación crediticia de Vanke, reflejando una perspectiva negativa que sigue preocupando a los inversores.
Aunque el gobierno de Beijing ha intentado implementar medidas de apoyo al sector, como la reducción de impuestos y la flexibilización de restricciones a la compra de viviendas, los resultados han sido limitados. Las tasas de crecimiento económico registradas recientemente son de las más bajas en décadas, lo que indica que las políticas no han logrado reactivar completamente el mercado.
Por otro lado, Vanke expresó cierto optimismo en su informe más reciente, afirmando que “el sector ha superado el momento más difícil” y confiando en que el mercado inmobiliario se estabilice en el futuro cercano. Sin embargo, el impacto de estas medidas aún está por verse, y la crisis sigue minando la confianza de los consumidores y asustando a los inversores.
La situación en el sector inmobiliario chino no solo afecta a las grandes empresas como Vanke, sino también a la economía en general. La recesión ha reducido la confianza de los consumidores y ha puesto en jaque los objetivos de crecimiento anual del gobierno. Con un sector inmobiliario debilitado, los riesgos de impago y el impacto en los mercados financieros globales aumentan, lo que genera incertidumbre sobre el futuro económico del país.
(Con información de AFP y Reuters)
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