El sacerdote canadiense Raymond J. de Souza, columnista de la publicación National Post, reflexionó acerca de la moralidad de visitar Cuba para hacer turismo de sol y playa, cuando el pueblo sufre una escasez generalizada y es reprimido constantemente por el régimen comunista de La Habana.
“¿Es moralmente aceptable vacacionar en la isla cárcel conocida como Cuba? Muchos canadienses lo hacen. Alrededor del 40 por ciento de todos los turistas en Cuba son canadienses”, cuestionó. De Souza resaltó que “la mayoría va a holgazanear en las hermosas playas cubanas”.
“Por mi parte, tomé la decisión hace años de nunca ir de vacaciones a Cuba mientras el régimen de Castro estuviera en el poder. Sin embargo, no fue un gran sacrificio. Me aburro en la playa a la segunda hora y no me gusta el calor. Las vacaciones en la playa en un resort todo incluido no son realmente adecuadas para un ávido hombre de interior que rara vez toma un segundo trago. Sin embargo, si me obligaran a ir, iría a otra parte”, aseguró.
De igual modo, el líder religioso subrayó que, aunque Fidel Castro hubiera fallecido y su hermano, Raúl, dejara el poder, la realidad no había cambiado en las manos del gobernante designado Miguel Día-Canel. “Miguel Díaz-Canel ya es presidente. Sin embargo, la represión no cedió: mismo régimen, diferente tirano”, apuntó.
“En julio pasado, los sufridos cubanos, exasperados por la falta de alimentos y medicinas, a pesar del supuesto éxito de la atención médica de Castro, salieron masivamente a las calles para exigir la libertad. La brutalidad de la respuesta del régimen sin duda despertó gratos recuerdos del amado Comandante mismo. Los manifestantes fueron detenidos y muchos fueron llevados a través de juicios falsos y sentenciados a décadas de prisión”, escribió.
El sacerdote dijo que activistas cubanos estaban instando a los canadienses a no hacer turismo en la isla y así enriquecer las arcas de la cúpula castrista. En tal sentido, destacó la segregación económica que ha generado el poder durante años en cuanto a las opciones de ocio del propio pueblo.
“Hay un apartheid funcional, no dividido por razas sino por dólares. Hasta hace unos 10 años, los cubanos tenían prohibido frecuentar los centros turísticos como clientes. Ahora, pueden hacerlo, pero no pueden permitírselo y se sienten acosados si lo hacen. Los resorts son para extranjeros. El régimen desea sus divisas y los balnearios son campamentos de lujo diseñados para ocultar la realidad de Cuba”, sostuvo.
“El comportamiento del consumidor es un comportamiento moral. Eso no es realmente controvertido, aunque hacer juicios sobre qué grado de cooperación con el mal está involucrado suele ser muy complejo”, agregó.
Según el columnista, “Cuba no es el régimen más peligroso del mundo, pero es el régimen más peligroso para el pueblo cubano”. “También es el protagonista principal en la exportación de la represión a Venezuela y Nicaragua, y su influencia maligna se puede encontrar en Bolivia, Perú y otros lugares. Y simplemente no ir allí de vacaciones no requiere ningún esfuerzo”, opinó.