Raúl Castro reapareció este viernes en la Asamblea Nacional del Poder Popular con un espectáculo cuidadosamente montado para blindar a Miguel Díaz-Canel. En plena clausura del Quinto Período Ordinario de Sesiones, el exmandatario lanzó gritos de “¡Viva Díaz-Canel!” y “¡Viva la Revolución!”, cerrando con broche político una jornada marcada por la aprobación de una reforma constitucional que elimina el límite de edad para ejercer la presidencia.
El gesto no pasó desapercibido y fue interpretado como una maniobra para reafirmar el control del liderazgo histórico sobre el presente y futuro del régimen.
El acto fue compartido por la cuenta oficial de la Presidencia, que calificó las sesiones como una expresión “auténtica del pueblo”. Díaz-Canel respondió al homenaje con un “¡Y viva Raúl!”, en un intercambio teatral que intentó enviar un mensaje de estabilidad, justo cuando la Isla atraviesa una de sus peores crisis económicas y sociales en décadas.
La modificación del Artículo 127 de la Constitución —impulsada por el propio Raúl Castro y aprobada sin consulta popular— permite ahora que personas mayores de 60 años puedan ser electas presidentes en un primer mandato.
"La justificación oficial se basó en el envejecimiento poblacional y en la experiencia de los dirigentes veteranos, pero muchos cubanos lo interpretan como una jugada para perpetuar el continuismo sin alternancia generacional ni transparencia democrática."
La reforma, tramitada con velocidad exprés, se aprobó en medio de otros escándalos políticos. Uno de los más sonados fue el protagonizado por la ministra de Trabajo, Marta Elena Feitó, quien afirmó que en Cuba “no hay mendigos” sino personas disfrazadas de pobres.
Aunque la Asamblea aplaudió sus palabras, la presión social la obligó a renunciar días después. Díaz-Canel se distanció del discurso, pero la imagen de un gobierno desconectado quedó grabada.
"La escena de Raúl Castro cerrando las sesiones con vítores a Díaz-Canel fue leída por muchos como un acto de control simbólico: un mensaje claro de que, pese a la fachada institucional, el poder real sigue girando en torno a la figura del exlíder."
Antes de la reforma, la Constitución establecía que para ser presidente se requería tener entre 35 y 60 años, ser ciudadano cubano de nacimiento y no tener otra ciudadanía.
Ahora, Díaz-Canel, que ya tiene 65, podrá mantenerse en el poder más allá del límite anterior. Todo esto, sin referendo, sin participación popular y en medio de un clima de malestar creciente por el deterioro de las condiciones de vida.
Mientras el gobierno habla de “responsabilidad con el futuro de la nación”, la ciudadanía observa con alarma cómo se fortalecen las estructuras de poder sin debate, ni apertura, ni renovación política.
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