El Primer Ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, reconoció recientemente la profunda crisis que enfrenta la isla, marcada por apagones constantes, escasez de combustible, deudas acumuladas e inflación fuera de control. “Los problemas se acumulan y aún no estamos actuando como si estuviéramos en guerra”, afirmó durante un encuentro con gobernadores y autoridades locales transmitido por la televisión estatal.
Marrero instó a los líderes territoriales a tomar más iniciativa y dejar de depender únicamente de soluciones “desde arriba”, sugiriendo que la actual crisis podría convertirse en una oportunidad si se actúa con decisión. “Es necesario reaccionar ahora”, dijo, reconociendo que muchos funcionarios locales están abrumados por la falta de recursos básicos, incluyendo energía eléctrica y suministros esenciales.
Por su parte, el vicepresidente del Consejo de Estado, Salvador Valdés Mesa, enfatizó la importancia de contar con “personas competentes” para reforzar la gestión municipal, aclarando que esto no implica autonomía política. La viceministra de Economía, Mildrey Granadillo, presentó un plan destinado a “corregir distorsiones” y revitalizar la economía en 2025, aunque los detalles concretos permanecen limitados.
La situación en Cuba se refleja en cifras preocupantes: más de 3,1 millones de personas sufren escasez de agua, y cerca del 89% de la población vive en condiciones de pobreza extrema. Además, el país experimenta un creciente éxodo de ciudadanos que buscan mejores oportunidades en el extranjero.
En respuesta, el gobierno ha propuesto medidas que incluyen el uso de contenedores navales como viviendas y un mayor control sobre el sector privado, al que acusa de especulación. No obstante, estas soluciones no parecen abordar las raíces estructurales de la crisis, mientras que los cubanos continúan enfrentando precariedad y escasez en su vida diaria.
La declaración de Marrero Cruz evidencia que los problemas de Cuba no se resolverán simplemente cambiando líderes. La acumulación de crisis demuestra que el sistema político y económico vigente es incapaz de dar respuestas efectivas a las necesidades del pueblo. Cada exhortación a “tomar iniciativa” o “actuar como en guerra” refleja la urgencia, pero no ofrece soluciones estructurales.
Lo que realmente requiere Cuba es una transformación del modelo institucional y económico, que permita gestionar recursos de manera eficiente, garantizar servicios básicos y brindar oportunidades reales a la población. Sin estas reformas, cualquier cambio de funcionarios será solo simbólico, mientras los problemas persistirán y el desgaste social seguirá aumentando.
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