La situación eléctrica en Cuba atraviesa uno de sus momentos más críticos en lo que va de 2025. A las ya habituales roturas de termoeléctricas, la falta de combustible y el deterioro general de la infraestructura energética, se suma ahora la desconexión de una patana turca que generaba 240 MW en La Habana, una capacidad similar a la de la central termoeléctrica Antonio Guiteras.
La desconexión fue confirmada por Lázaro Guerra Hernández, director de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas, quien alegó "razones comerciales" sin ofrecer detalles específicos. Sin embargo, para muchos cubanos, la explicación es evidente: el gobierno no ha podido pagar por el servicio, ni garantizar el combustible que exige la compañía turca para operar sus generadores flotantes.
Esta patana era una de varias que el país contrató en años anteriores como medida de emergencia para paliar el colapso de su sistema eléctrico. Las embarcaciones flotantes están diseñadas para cubrir déficits temporales de generación, pero en Cuba se han convertido en un recurso permanente ante la falta de inversiones en plantas propias. El problema es que este servicio es costoso, y el gobierno, sumido en una crisis económica profunda, ha dejado de cumplir con sus compromisos contractuales.
La pérdida de los 240 MW en plena temporada de calor agrava aún más los apagones que ya se sentían con fuerza en toda la isla. Paradójicamente, la noticia se produce apenas días después de que la Unión Eléctrica anunciara la sincronización de la Guiteras, una de las pocas plantas que todavía funcionan de forma intermitente. La desconexión de la patana echa por tierra cualquier alivio que esa noticia pudiera haber traído.
El malestar ciudadano no se ha hecho esperar. En redes sociales, muchos han criticado que el gobierno negara los rumores de la salida de la patana apenas dos meses atrás, para ahora confirmar su desconexión sin ofrecer explicaciones claras. “¿Razones comerciales? Eso es falta de dinero. No hay con qué pagarles”, comenta un usuario en X, reflejando el sentir generalizado.
La retirada de esta patana turca no es un hecho aislado. En el pasado, la empresa proveedora ya había retirado otras unidades por impagos. Y todo apunta a que la situación se puede repetir si no hay un giro en la política energética o en la capacidad del país para generar ingresos.
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