Lara Crofs se siente profundamente conmovida tras conocer los estremecedores reportes que llegan desde la prisión de Quivicán, en la provincia de Mayabeque. El recinto carcelario se encuentra sumido en una crisis sanitaria devastadora, donde un brote de hepatitis y un agresivo virus gripal han afectado a la mayoría de los reclusos. Lo más alarmante es que esta emergencia se desarrolla sin acceso a atención médica adecuada, sin medicamentos y en condiciones higiénicas deplorables. La cárcel se ha convertido en un escenario de enfermedad, abandono y sufrimiento.
"La situación de Quivicán no es un caso aislado, sino parte de un patrón de deshumanización en el sistema penitenciario cubano", señalan activistas.
La falta de alimentos, el hacinamiento y la escasez total de medicamentos hacen que cada día en prisión sea una batalla por la supervivencia.
A esta emergencia se suma una decisión arbitraria que aumenta la angustia de los familiares: ¡la suspensión repentina de las visitas previstas para el lunes 21 de julio, sin explicación oficial alguna!. La medida ha provocado desesperación entre quienes esperan noticias de sus seres queridos tras las rejas.
Las condiciones en Quivicán reflejan una realidad estructural. Las cárceles cubanas, según múltiples denuncias, no sólo castigan con privación de libertad, sino que imponen sufrimiento físico y psicológico sistemático.
En los primeros seis meses del año, al menos 24 reclusos han perdido la vida en cárceles cubanas; ocho de esos fallecimientos están directamente vinculados a la falta de atención médica. Casos similares han sido reportados en centros como el Combinado del Este en La Habana, Boniato en Santiago de Cuba y Kilo 8 en Camagüey, donde se documentan golpizas, tortura psicológica y negligencia médica como parte del trato diario.
"Negar medicinas no es negligencia: es una forma de tortura institucionalizada", denuncia una fuente cercana a los hechos. Las cifras son alarmantes: 160 casos documentados de tortura o tratos crueles en 43 cárceles de la Isla. La falta de acceso a higiene básica y la represión ejercida a través del silencio agravan un contexto ya de por sí insostenible.
Opiniones múltiples respaldan a Lara, entre ellas la de Bamba Cuesta Figueroa, quien relata: "1991 llegué a esa prisión por atentado y desacato, siendo un adolescente de 18 años fui directo para el tiburón .. por el solo hecho de gritar ¡Abajo Fidel! .. En ese piso del tiburón solo habían asesinos .. En 1994 salí de libertad y en julio del mismo año me tiré en balsa y aquí estoy (EEUU) .. ¡en estos largos años jamás he pisado una estación de policía, no tengo ticket de tránscrito en mi licencia de conducir. Soy un ciudadano cubano americano de bien... ¡Gracias a este maravilloso país!"
La comunidad internacional debe actuar con urgencia en relación con las cárceles cubanas. Las autoridades deben responder por estas violaciones flagrantes a los derechos humanos. Se exige la inmediata restitución de las visitas familiares, atención médica digna y condiciones mínimas de salubridad.
No se trata solo de reformar un sistema:¡se trata de reconocer que la vida y la dignidad de los reclusos también importan! . Lara Crofs, al igual que muchos, se une al clamor colectivo: ¡los derechos humanos no se cancelan tras los muros de una prisión!
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