Un testimonio de dolor y resistencia es, sin dudas, el de Yaquelín Boni y su hijo, entre la represión cubana y el sistema migratorio de EE.UU.
Yaquelín Boni sabe lo que es enfrentar el poder. En Cuba, fue activista y madre de presos políticos, perseguida por exigir justicia y libertad.
Hoy, vive en Estados Unidos, donde asegura estar reviviendo una pesadilla: su hijo Alexander Hernández Boni, también ex preso político, fue detenido en Florida tras cometer una falta menor y trasladado al centro de detención de ICE "Alligator Alcatraz", donde según denuncia, vive en condiciones inhumanas.
Alexander, detenido tras una discusión con su pareja —pese a que su historial en EE.UU. no incluye delitos graves— fue transferido al centro de detención el 4 de julio de 2025. Desde entonces, su madre ha denunciado tortura psicológica, encierro prolongado, mala alimentación, falta de acceso al baño y aislamiento prolongado, lo que le recuerda, con dolor, las condiciones carcelarias de Cuba.
“Por lo menos en Cuba sabía lo que me esperaba. Eso era una dictadura. Pero aquí, ¿cómo explico este trato?”, dice Yaquelín con la voz quebrada.
La comparación no es ligera: ella y sus hijos fueron golpeados, detenidos y perseguidos durante años en La Habana. Su hijo mayor, Yasser, incluso perdió la visión de un ojo tras una brutal golpiza en prisión. Fue ese contexto el que la empujó al exilio en 2016, junto a Alexander y su hija Livanna.
Ahora, bajo el amparo del parole humanitario y con una petición de residencia en curso, Alexander enfrenta un sistema que, según su defensa legal, no está considerando su historial de persecución política.
El abogado Mich González de Santuario del Sur recuerda que su cliente tiene un caso sólido de asilo, y que su deportación sería una amenaza real a su vida.
Durante su detención en "Alligator Alcatraz", Alexander intentó actuar como intérprete para un compañero que no entendía las órdenes en inglés. Terminó en aislamiento, donde dice que fue golpeado por un oficial. Al ser trasladado a otro centro, Krome, se le acusó de agresión, sin que se investigara adecuadamente el contexto.
El 25 de agosto, Alexander fue devuelto a la población general, pero Yaquelín sigue con temor. “No somos criminales, somos sobrevivientes”, dice.
Su historia, como la de tantos migrantes, revela los vacíos de un sistema que promete libertad, pero que aún no ha aprendido a proteger a quienes llegan huyendo de la represión.
Fuente: Univisión Noticias
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