La inseguridad en Santiago de Cuba se volvió a hacer presente y golpear así a sus ciudadanos. En la madrugada de este lunes, una familia residente en Santa Lucía, entre Reloj y Calvario, fue víctima de un robo dentro de su propia vivienda. Alrededor de las 6:00 a.m., al despertar, encontraron la puerta principal abierta, aunque la habían dejado asegurada con llave, pestillo y aldaba.
Los ladrones se llevaron varios objetos de valor: tres pares de zapatos, un saco con diez bolsas de detergente, una mochila con documentos personales, tarjetas bancarias y 6,500 pesos en efectivo, un cargador portátil y una olla arrocera recién comprada. Lo más extraño es que los intrusos no registraron otras habitaciones ni forzaron cerraduras visibles, lo que genera sospechas sobre cómo lograron entrar, qué robar y salir sin dejar rastro.
“Llamamos a la policía de inmediato y hasta ahora no han aparecido”, denunció uno de los residentes, que teme por la seguridad de su familia y critica la demora en la atención de estos delitos.
Este hecho no es aislado. En las últimas semanas, vecinos de Altamira denunciaron que en plena madrugada individuos forzaron varias motos eléctricas estacionadas en la vía pública y lograron llevárselas sin que apareciera una sola patrulla. En Sueño, una bodega fue saqueada: los ladrones se llevaron arroz, azúcar y hasta los pocos paquetes de pollo que quedaban para la venta racionada.
También en el reparto Vista Alegre, un anciano denunció que le despojaron de su celular a plena luz del día, en una esquina concurrida. “Lo más doloroso no es perder lo poco que uno tiene, sino saber que nadie te protege”, comentó indignado.
La ola de robos mantiene a Santiago de Cuba en vilo. Los vecinos exigen mayor vigilancia y presencia policial, pero las respuestas oficiales brillan por su ausencia. Mientras tanto, las familias sienten que viven a merced de la delincuencia, obligadas a improvisar rejas, candados y hasta turnos de guardia nocturnos entre vecinos para defender lo poco que poseen.
En medio de la crisis económica, la delincuencia se multiplica y la policía parece incapaz de enfrentarla. Santiago de Cuba hoy se encuentra sitiada, pero no por un enemigo extranjero, sino por la inseguridad que carcome las calles y hogares de su gente.
Del perfil de Yosmany Mayeta
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