El presidente cubano Miguel Díaz-Canel expresó su aparente inconformidad con los apagones desproporcionados en algunas zonas del país, afirmando que “no puede ser” que haya municipios con cortes de electricidad de hasta 25 horas.
Sin embargo, esta declaración, lejos de tranquilizar a la población, generó una oleada de incredulidad, sarcasmo y frustración en las redes sociales y en las calles. ¿Cómo puede decir que “no puede ser” algo que los cubanos viven a diario?
La realidad cubana desmiente de forma tajante las palabras del mandatario. En municipios enteros, especialmente fuera de las capitales provinciales, los apagones de más de 12, 18 o incluso 24 horas se han convertido en rutina. La programación eléctrica, si es que existe formalmente, no se respeta y varía sin previo aviso.
El acceso a información oficial es casi nulo y la ciudadanía se entera de los cortes por el "boca a boca" o cuando la corriente simplemente no regresa. Las noches oscuras, el calor insoportable sin ventiladores, la comida echada a perder en refrigeradores apagados y las imposibilidades para cocinar son parte del día a día de millones de cubanos.
Mientras Díaz-Canel se muestra “sorprendido” por estas desproporciones, la población percibe una profunda desconexión entre el discurso oficial y la vida real. En muchos lugares, el ciclo de apagones y encendidos es tan errático que no permite organizar la jornada más básica: ni estudiar, ni trabajar, ni siquiera descansar.
Las zonas privilegiadas, usualmente vinculadas a centros políticos o turísticos, rara vez sufren estas interrupciones. Pero el resto del país, los municipios pequeños y zonas rurales, cargan con el peso de una crisis energética que el gobierno no ha logrado —o no ha querido— resolver.
Detrás de la frase “no puede ser” hay una admisión velada: el gobierno sabe que hay una distribución desigual de los apagones, y que algunos territorios están siendo sacrificados para mantener funcionando otros.
Lo que no hay es una solución real ni una explicación honesta. El problema no es solo técnico, sino político y estructural. Mientras tanto, la gente sobrevive como puede, improvisando en la oscuridad, mientras escucha discursos que no iluminan nada.
El contraste entre lo que se dice y lo que se vive no puede ser más evidente. La frase del presidente podría haber sido una denuncia... si no fuera él mismo parte del sistema que permite y perpetúa esta realidad.
Custodio gravemente herido tras violento asalto en el Castillo de la Punta en La Habana
Hace 4 horas
¡Alarma en Cuba! Suben a ocho los cubanos en terapia intensiva por brote de dengue(video)
Hace 1 día