Hasta el 25 de julio de 2025, en Cuba se han registrado cerca de 31 mil nacimientos vivos, una cifra alarmante si se compara con los datos del mismo período del año anterior, que ya reflejaban una baja preocupante. Este año, el país contabiliza alrededor de 7 mil nacimientos menos, lo que confirma una tendencia descendente que afecta profundamente el panorama demográfico nacional.
Más allá de un simple número, el descenso en los nacimientos pone en evidencia una realidad cruda: en la Cuba actual, muchas mujeres deciden no tener hijos, y la razón principal no es una cuestión de preferencia, sino de supervivencia. La grave situación económica que atraviesa el país convierte la maternidad en una carga difícil de asumir. Las condiciones básicas para criar un niño—alimentación, salud, seguridad, educación—están deterioradas o son prácticamente inaccesibles.
Las madres cubanas se enfrentan a la escasez crónica de leche, pañales, ropa infantil, y medicinas esenciales. Dar a luz en un hospital público puede ser una experiencia angustiosa debido al mal estado de las instalaciones, la falta de insumos médicos y de personal especializado. A eso se suma la inflación galopante, que reduce el poder adquisitivo de la mayoría de los ciudadanos y hace que el costo de criar un hijo sea prácticamente inalcanzable para muchas familias.
No se trata solo de problemas logísticos o materiales. La incertidumbre económica, el deterioro del sistema de salud, la falta de perspectivas profesionales y la migración masiva de jóvenes también afectan las decisiones reproductivas. En este contexto, la maternidad se posterga o se descarta como una forma de protección ante un entorno hostil.
Pese a este panorama, el primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, ha insistido en la necesidad de “seguir trabajando” para revertir los resultados negativos, especialmente en lo que respecta a la tasa de natalidad y a la mortalidad infantil. Sin embargo, sus declaraciones parecen desconectadas de la realidad que enfrentan las mujeres en el día a día. No se trata simplemente de impulsar campañas de natalidad, sino de crear las condiciones sociales, económicas y sanitarias que permitan considerar la maternidad como una decisión viable y digna.
En un país donde sobrevivir ya es un reto diario, pedirle a las mujeres que tengan más hijos sin ofrecerles seguridad alimentaria, salud garantizada, educación de calidad ni estabilidad económica es una expectativa insostenible. Mientras el discurso oficial continúa apelando a la voluntad y al esfuerzo, la población—especialmente las mujeres en edad fértil—responde con pragmatismo: traer un niño al mundo hoy en Cuba es, para muchas, una apuesta demasiado arriesgada.
Bebeshito conquista Billboard y es nombrado el Artista Latino en Ascenso del mes de julio
Hace 1 día