La Asamblea Nacional del Poder Popular inició este jueves su sexto período ordinario de sesiones marcada por reacomodos internos, destituciones y renuncias de diputados, en un contexto de profunda crisis económica, social y política en Cuba. La sesión fue encabezada por Miguel Díaz-Canel, con Raúl Castro participando de forma remota, una imagen que refuerza la idea de continuidad del poder mientras se producen ajustes dentro del aparato estatal.
Durante la jornada se oficializó la salida de Rubén Remigio Ferro de la presidencia del Tribunal Supremo Popular, presentada por el discurso oficial como una simple “liberación de responsabilidades”. En su lugar fue designado Óscar Silvera Martínez, hasta ahora ministro de Justicia, lo que provocó un nuevo movimiento en cadena: Rosabel Gamón Verde, viceministra primera, pasará a ocupar esa cartera. Estos cambios, lejos de representar una renovación real, confirman el reciclaje constante de cuadros dentro de un sistema cerrado.
Más significativo aún fue el anuncio de la renuncia a la condición de diputados de varias figuras con peso político. Entre ellas destaca Ulises Guilarte de Nacimiento, ex secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), organización subordinada históricamente al Partido Comunista. Guilarte fue durante años uno de los defensores más fieles de la dictadura, legitimando políticas que empobrecieron a los trabajadores y justificando recortes, topes salariales y reformas que deterioraron el poder adquisitivo de la población.
Desde la CTC, Guilarte nunca representó los intereses reales de los trabajadores cubanos. Por el contrario, actuó como correa de transmisión del poder, avalando despidos, precarización laboral y el discurso oficial que culpa a factores externos del colapso económico, mientras guardaba silencio ante salarios insuficientes, inflación descontrolada y la emigración masiva de la fuerza laboral. Su salida del Parlamento no implica autocrítica ni rendición de cuentas, sino otro movimiento administrativo dentro del mismo engranaje.
Junto a Guilarte también presentaron su dimisión Homero Acosta Álvarez, secretario de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, y Ricardo Rodríguez González, ex presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), ambos cuadros formados y promovidos por el aparato ideológico del régimen.
Díaz-Canel calificó estas salidas como parte de un relevo institucional “normal”, pero ocurren en un momento especialmente delicado para el país, con una economía en retroceso, escasez generalizada, protestas sociales latentes y un descrédito creciente de las instituciones. En ese contexto, las renuncias parecen más un reajuste interno para contener el desgaste político que un intento de transformación real.
Las renuncias fueron aprobadas por el Parlamento y las vacantes deberán ser ratificadas en próximas sesiones, en un proceso controlado y sin participación ciudadana. Mientras tanto, los cubanos siguen al margen de decisiones tomadas por una Asamblea que continúa funcionando como apéndice del poder, incapaz de representar a la sociedad que dice legislar.
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