Annia Hatch fue elegida este año para integrar el Salón de la Fama de la Gimnasia Estados Unidos, un país al que llegó como migrante y donde ese deporte tiene un alto grado de competitividad, con grandes figuras de nivel olímpico.
Hatch, cuyo apellido de soltera en Cuba es Portuondo, nació en Guantánamo. A los 12 años, cuando llevaba más de un lustro en la gimnasia artística, sufrió un ataque repentino de apendicitis que amenazó con poner fin a sus ambiciones deportivas.
“Fueron seis meses muy duros”, dijo. “Estaba muy enferma (…) No podía subir y bajar escaleras”, recordó en un diálogo con la página de USA Gymnastics, la federación deportiva estadounidense para la gimnasia.
Su condición mejoró lentamente y, con un gran esfuerzo de su parte, volvió a estar en forma. Sin embargo, poco después debió enfrentar otra adversidad, cuando le diagnosticaron espina bífida, un defecto del tubo neural de la columna. Tras consultar con el personal médico, tomó la decisión de continuar en la exigente disciplina, sabiendo que su fuerza central y de espalda serían fundamentales para sus entrenamientos, así como la competencia de manera segura.
Hatch estuvo en la selección nacional cubana desde 1984 hasta 1997. Fue siete veces campeona nacional, de 1990 a 1997; ganó tres medallas en los Panamericanos de Mar del Plata 95 en viga de equilibrio y por equipo; obtuvo el bronce en el caballo de salto del Mundial por Especialidades de Puerto Rico en 1996. Sus resultados la llevaron a convertirse en una referencia de la gimnasia artística femenina en la isla junto a la espirituana Leyanet González.
También en 1996 consiguió la clasificación de los Juegos Olímpicos de Atlanta debido a su desempeño en el torneo de la isla boricua. Pero las autoridades del deporte en Cuba decidieron enviar al equipo masculino a la cita bajo los cinco aros, manifestando limitaciones financieras para asumir la participación de Hatch.
Después de ese incidente, optó por retirarse, aunque permaneció activa en el deporte. En 1999, emigró a EE. UU., donde ella y su entonces esposo Alan eran dueños y operaban un club de gimnasia. Para ese momento, pensaba que la carrera de una gimnasta con más de 20 años de edad ya no tenía futuro, pero en el país norteamericano conoció de experiencias que derribaban su creencia y decidió prepararse para competir de nuevo.
“Había diferentes deportistas mostrándome que era posible. Yo tenía mi gimnasio y las instalaciones. Dije, 'Vamos a por ello'. Estaba decidido a divertirme volviendo y haciendo lo que amo, y sucedió antes de lo que esperaba”, dijo.
Tras seis meses de entrenamiento, Hatch sintió que recuperaba su fuerza física y su memoria muscular. En 2002, se clasificó para el Clásico de EE. UU., una competencia que ganó, y el Campeonato de Gimnasia de EE. UU. posterior, donde terminó cuarta en la general. A pesar de su ciudadanía estadounidense y las súplicas del ex presidente Jimmy Carter, Cuba no liberó a Hatch para competir como estadounidense en 2002. Así que debió seguir esperando.
Finalmente, fue elegida para representar a los EE. UU. en el Campeonato Mundial de 2003, pero una lesión le impidió competir. Hatch se recuperó justo a tiempo para los campeonatos nacionales de 2004, obteniendo las mejores calificaciones en salto. A los 26 años, fue seleccionada para representar a EE. UU. en los Juegos Olímpicos de Atenas y allí alcanzó el sueño: obtuvo medallas de plata en las competencias de equipo y salto, convirtiéndose en la segunda gimnasta latina en representar a la selección norteamericana.
“Es Estados Unidos, uno de los principales países. [Representar a la comunidad latina] es algo que está en el fondo de tu mente. Tienes que ser capaz de enorgullecerte [y] asumir la responsabilidad también. Nunca lo superas. Diez años después, miras hacia atrás y dices: 'Esto sucedió, y fui yo'. Es asombroso”, expresó.
Hoy sostiene que sus excepcionales resultados son consecuencia del enfoque que ha asumido en la vida, a pesar de los obstáculos. “Cualquier cosa que hago, trato de no concentrarme en lo negativo en absoluto”, dice. “Puedes tener todo el talento del mundo, pero si tu mentalidad no está en el lugar correcto, las metas serán muy difíciles de lograr”, agrega.
A modo de consejo, Hatch comenta: “Esfuérzate todos los días y siéntete bien cuando las cosas no salgan como esperabas. Ve más allá de esos días y conoce tu potencial”.
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