Washington vivió este 18 de agosto una jornada clave para el futuro de la guerra en Ucrania. El presidente de Estados Unidos Donald Trump recibió en la Casa Blanca a su homólogo ucraniano Volodímir Zelenski en un encuentro que reunió además a los principales líderes europeos y al secretario general de la OTAN.
Las conversaciones estuvieron centradas en un eventual acuerdo de paz con Rusia, pero también en las garantías de seguridad que necesitaría Kiev para no repetir los errores del pasado.
Trump sorprendió al asegurar que, en caso de alcanzarse un alto el fuego, Washington proporcionará “muy buena protección y seguridad” a Ucrania. El mandatario no descartó el envío de tropas estadounidenses, una posibilidad que mencionó hasta tres veces ante la prensa, pese a que anteriormente había prometido no desplegar soldados en suelo ucraniano.
«Ellos [Europa] son la primera línea de defensa porque están allí, pero nosotros también vamos a ayudar», declaró.
Zelenski bromeó diciendo que quería “todo” de Estados Unidos, pero explicó que sus exigencias concretas incluyen armamento, personal militar, misiones, entrenamiento e inteligencia. Trump no rechazó estas demandas, lo que refuerza la percepción de un apoyo flexible y amplio por parte de Washington.
El presidente ucraniano subrayó además que cualquier acuerdo de paz debe ser “duradero” y no un pacto que Rusia utilice como trampolín para una nueva ofensiva. Recordó que en 1994 Ucrania entregó su arsenal nuclear a cambio de garantías de seguridad que, según él, resultaron ineficaces.
«Crimea no debería haberse cedido entonces», afirmó, dejando claro que Kiev no renunciará ni a la península ni a ciudades estratégicas como Odesa o Járkov.
La reunión se produjo en un contexto de fuerte tensión con Moscú. Horas antes, el Ministerio de Exteriores ruso reiteró que no aceptará el despliegue de tropas de la OTAN en Ucrania y criticó a Londres por sus declaraciones sobre la posibilidad de enviar una fuerza de paz.
Mientras tanto, el Ministerio de Defensa ruso informó del derribo de 23 drones ucranianos en varias regiones, incluido Crimea. En la ciudad fronteriza de Bélgorod se registraron heridos por ataques aéreos.
Europa, que había quedado excluida de la reciente cumbre entre Trump y Putin en Alaska, se hizo presente con fuerza en Washington. Líderes como Keir Starmer, Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Giorgia Meloni y Alexander Stubb participaron en las conversaciones.
El ministro británico Stephen Kinnock advirtió que ninguna cesión territorial debe hacerse sin aprobación de Kiev y que la entrada de Ucrania en la OTAN no debe quedar fuera de la mesa.
China, a su vez, expresó apoyo al acercamiento entre Washington y Moscú. La portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, celebró la disposición de Estados Unidos y Rusia a mantener el diálogo, subrayando que Beijing respalda cualquier iniciativa que conduzca a la paz.
El ambiente en la capital estadounidense refleja optimismo y cautela: Trump insiste en su capacidad personal para negociar con Putin; Zelenski reclama garantías firmes y los europeos buscan que la salida diplomática no sacrifique la soberanía ucraniana ni la estabilidad regional.
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