La Seguridad del Estado de Cuba ha reaccionado con amenazas y coacción ante el intento de estudiantes de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV) de organizar una protesta contra las tarifas impuestas por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA). Los jóvenes fueron intimidados con posibles expulsiones y penas de cárcel, y obligados a retractarse públicamente en redes sociales y grupos de mensajería.
El periodista Mario J. Pentón difundió el caso, publicando el testimonio de uno de los estudiantes implicados. Según el relato, agentes de la Seguridad del Estado visitaron en sus propios hogares a tres alumnos de la Facultad de Ciencias Económicas, donde les comunicaron que enfrentarían sanciones graves si continuaban promoviendo la protesta. Uno de ellos administraba el canal de WhatsApp La voz de todos, que había reunido rápidamente más de 500 seguidores. El canal fue cerrado tras las amenazas.
Los agentes no se limitaron a advertencias verbales. Los estudiantes fueron presionados para escribir mensajes de arrepentimiento en los grupos de WhatsApp de la facultad, manifestando además apoyo a la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Este proceder buscaba desarticular el movimiento estudiantil desde dentro y sembrar el temor entre los alumnos.
El paro académico en la UCLV, al que estos jóvenes buscaban adherirse, forma parte de una ola de protestas que se inició el pasado 4 de junio en la Universidad de La Habana. Los estudiantes exigen la aplicación de una tarifa social para el acceso a internet y la eliminación de restricciones que consideran discriminatorias.
Argumentan que la actual política de ETECSA limita gravemente la conectividad, en perjuicio del desarrollo académico, científico y profesional.
Pese a las amenazas, el descontento no ha desaparecido. En redes sociales circulan videos de estudiantes enfrentándose a funcionarios que no logran justificar el aumento de tarifas. El gobierno respondió con un discurso de confrontación.
Miguel Díaz-Canel ha reiterado que no habrá marcha atrás, mientras la Seguridad del Estado intenta sofocar cualquier expresión de disenso.
El rectorado de la UCLV ha procurado proyectar una imagen de normalidad, destacando la actividad académica en sus plataformas digitales. Sin embargo, este esfuerzo contrasta con el creciente malestar en las aulas. La FEU, en un giro criticado por muchos, ha optado por desmarcarse de las protestas y alinearse con la narrativa oficial.
La situación en la UCLV refleja un escenario más amplio: el creciente rechazo entre los jóvenes cubanos a políticas que consideran injustas, y la respuesta represiva de un sistema que busca controlar cualquier manifestación autónoma.