En un hecho que muchos califican de insólito, las autoridades del Poder Popular Provincial en Camagüey celebraron este miércoles la inauguración de una panadería en el municipio de Vertientes cuya principal “innovación” es hornear el pan en un horno de leña.
La noticia fue divulgada en redes sociales oficiales como un “avance” para la producción de pan destinada a la población.
Sin embargo, lejos de generar entusiasmo, la inauguración provocó una avalancha de críticas y burlas en internet, donde usuarios denunciaron que se trata de un símbolo evidente del retroceso económico y tecnológico que vive Cuba en pleno siglo XXI.
En las imágenes compartidas se puede ver a los trabajadores que construyeron el horno recibir un diploma y una jaba con pan como reconocimiento por su labor, un detalle que reforzó aún más el tono sarcástico de las reacciones ciudadanas.
Entre los comentarios, un usuario ironizó: “Por el camino que vamos espero esta noticia: La Unidad Empresarial de Base Confecciones CAONEX sobre cumplió la producción de taparrabos en el actual período. Según el periódico de piedra Adelante, órgano oficial del PCC del casicato camagüeyano, los pictogramas aparecieron en una caverna de Sierra de Cubita”. Otro escribió con mordacidad: “¿Y con qué piensan hacer la masa, con harina de leña?”
Más allá del humor negro, la inauguración de esta panadería revela un problema de fondo: la profunda crisis energética y de abastecimientos que atraviesa Cuba.
La falta de combustible y los constantes apagones obligan a improvisar soluciones arcaicas que en cualquier otra parte del mundo serían impensables.
Lo que debería ser un recurso de emergencia se presenta en la narrativa oficial como un logro, cuando en realidad es un síntoma de involución.
Cuba, que durante décadas se enorgulleció de tener un sistema eléctrico nacional estable y una red de panaderías estatales, hoy se ve reducida a celebrar la apertura de un horno de leña como si se tratara de un paso hacia el desarrollo.
Esta contradicción desnuda la distancia entre el discurso oficial y la vida cotidiana de los ciudadanos, cada vez más golpeados por la escasez y el deterioro de los servicios básicos.
El caso de Vertientes es, en definitiva, una metáfora del país: un pueblo que retrocede hacia métodos del pasado, no por tradición ni preferencia cultural, sino por pura necesidad y falta de recursos.
Y lo que en otros contextos sería una curiosidad folclórica, en Cuba se convierte en noticia nacional y en símbolo de un modelo que parece caminar hacia atrás.