La historia que llega desde la comunidad de Las Caobas, en el municipio Yara de la provincia Granma, refleja una vez más cómo las estructuras de poder en Cuba parecen actuar en contra de quienes intentan hacer lo correcto.
Padres, maestros y vecinos han denunciado un intento de sanción contra la directora escolar Dannelis Echavarría, una mujer que tomó una decisión basada en la salud y la seguridad de los estudiantes, pero que hoy enfrenta una posible medida disciplinaria por haber cumplido con su deber.
Tras el paso del huracán Melissa, varias zonas del territorio quedaron en condiciones deplorables, incluyendo los centros educativos de La Sal y Las Caobas. Techos afectados, filtraciones, inundaciones, acumulación de basura y restos de animales muertos se convirtieron en un foco de riesgo sanitario evidente. Los propios padres, al ver el estado del entorno, optaron por no enviar a sus hijos hasta que se garantizaran las condiciones mínimas de salubridad.
Sin embargo, días después, funcionarios municipales insistieron en reiniciar el curso escolar a pesar de que la situación seguía siendo crítica. La directora, al constatar que persistían los malos olores, la suciedad y el peligro de brotes infecciosos, decidió nuevamente suspender las actividades docentes.
Su objetivo era simple: evitar que los alumnos y trabajadores se expusieran a enfermedades en un momento en el que el país combate múltiples epidemias y enfrenta una grave crisis sanitaria.
Lejos de reconocer su compromiso con la salud pública, las autoridades locales ahora pretenden castigarla. Esta respuesta oficial ha generado indignación entre los vecinos, quienes consideran inaceptable que se intente responsabilizar a una mujer que no solo desempeña su labor con ética, sino que enfrenta además un drama familiar: su esposo, postrado por un cáncer de próstata, requiere atención continua.
Mientras tanto, la comunidad sigue sufriendo apagones prolongados, vías dañadas, escasez severa de alimentos y carencia total de medicamentos. Los habitantes se preguntan cómo es posible que, en medio de tantas dificultades, la prioridad de los dirigentes sea sancionar a quien actuó con coherencia y humanidad.
Este caso simboliza un patrón repetido: en lugar de apoyar a quienes defienden la integridad de los ciudadanos, el sistema los señala y los castiga, alimentando el miedo, la frustración y la desconfianza.
Fuente: La Tijera
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