El béisbol cubano vuelve a estar en el centro de la polémica, esta vez por un acto lamentable de violencia dentro del terreno. El lanzador Damián Savón de los Indios del Guaso fue expulsado tras golpear con el guante en la cara a un árbitro en plena Serie Nacional.
El video del ataque se hizo viral en minutos, dejando atónitos a miles de aficionados que aún no creen lo que vieron.
Lo más indignante no fue solo la agresión, sino el resultado: Guantánamo ganó el juego 8-2 frente a Camagüey, como si nada hubiera pasado. ¿Hasta cuándo la violencia en el deporte va a quedar sepultada bajo el marcador final?
El incidente reabre una herida profunda: la doble moral del sistema deportivo cubano. Mientras a algunos atletas se les castiga con dureza por declaraciones o posturas personales, otros que agreden físicamente a oficiales en público reciben sanciones que muchos consideran insuficientes o mal aplicadas.
Recordemos el caso del lanzador granmense Leandro Martínez, suspendido por un año completo sin haber agredido físicamente a nadie, simplemente por supuestas “faltas graves” de comportamiento. Entonces, ¿cuál es la vara con la que mide el INDER? ¿Dónde queda la coherencia?
Pavel Otero, periodista oficialista, fue uno de los pocos en reconocer públicamente las contradicciones del reglamento. Incluso él cuestionó cómo algunos jugadores han recibido apenas tres partidos de suspensión por agresiones físicas, mientras otros pagan sanciones desproporcionadas por cuestiones de opinión.
Este nuevo capítulo solo confirma lo que muchos atletas y fanáticos han venido denunciando: el sistema está roto. La justicia deportiva en Cuba no solo es lenta y opaca, sino profundamente incoherente. Se premia el silencio y se castiga la crítica. Se relativiza la violencia si el resultado es favorable.
El caso de Damián Savón debe ser un punto de inflexión. No puede haber lugar en el terreno para quienes cruzan los límites del respeto. Un guante en la cara de un árbitro no es solo una falta de disciplina; es un golpe directo a la integridad del béisbol cubano.
Y mientras todo esto ocurre, los atletas siguen entrenando en condiciones precarias, recibiendo “estímulos” en forma de autos en ruinas y promesas vacías. ¿Qué más tiene que pasar para que se tomen decisiones serias?
Cuba necesita un deporte limpio, justo y coherente. Basta de impunidad disfrazada de patriotismo.
Video: Por La Goma LLC