Otro derrumbe en la "Ciudad Maravilla" sacudió el fin de semana. Esta vez fue una vivienda que colapsó en el reparto Santo Suárez, ubicado en el municipio 10 de Octubre. El incidente ocurrió en la calle San Bernardino, entre Serrano y Durege. Afortunadamente, hasta el momento, no se han reportado víctimas mortales ni personas heridas.
El suceso fue informado en exclusiva por un residente de la zona, quien alertó sobre la gravedad del derrumbe. Testigos presenciales aseguran que los escombros cubrieron parte de la vía, lo que obligó a los vecinos a intervenir mientras esperaban la llegada de las autoridades y los equipos de emergencia. Sin embargo, hasta ahora, el gobierno no ha emitido un comunicado oficial sobre las causas del colapso ni ha ofrecido detalles sobre medidas preventivas en la zona.
Este nuevo desplome es un reflejo de la profunda crisis habitacional que enfrenta Cuba. En La Habana, miles de edificaciones presentan un avanzado estado de deterioro debido a la falta de mantenimiento y a la escasez de materiales de construcción. La situación se agrava con el paso del tiempo, poniendo en riesgo la vida de cientos de familias que habitan en estructuras precarias.
Martí Noticias da cuenta de que las autoridades han reconocido que más del 40% del fondo habitacional del país se encuentra en mal estado, pero las soluciones implementadas hasta ahora han sido insuficientes. A la falta de inversión en la restauración de viviendas, se suman la burocracia y las restricciones impuestas a la construcción privada, lo que dificulta aún más la posibilidad de reparar o edificar nuevos hogares. Materiales básicos como cemento, acero y bloques de construcción son prácticamente inaccesibles para la mayoría de la población.
A pesar de la gravedad del problema, el gobierno cubano sigue priorizando la construcción de hoteles y proyectos turísticos, mientras miles de familias viven con el temor constante de que su techo se derrumbe sobre sus cabezas. La corrupción en el sector de la construcción, el desvío de recursos y la inacción gubernamental han convertido los derrumbes en una tragedia recurrente en la isla.
Sin un cambio estructural en las políticas de vivienda, los cubanos continuarán expuestos a estos desastres. La reconstrucción de Cuba no puede esperar más, pues cada nuevo derrumbe es una advertencia de lo que está por venir.
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