Médicos cubanos que lograron escapar de la Misión Médica Cubana en Italia rompieron el silencio y contaron cómo el régimen de La Habana controla sus vidas incluso fuera de la isla. Los testimonios, recogidos en un reportaje de CubaNet, exponen las presiones, amenazas y mecanismos de chantaje que sufren los profesionales enviados a Europa.
Según la investigación, al menos 12 galenos han abandonado la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A. (CSMC) en las provincias de Cosenza, Vibo Valentia y Catanzaro. Solo en la última semana, cinco médicos dejaron de enviar a la estatal cubana la parte de salario que se les exige transferir, lo que basta para ser declarados “desertores”.
Uno de los médicos entrevistados explicó que el Ministerio de Salud Pública de Cuba retiene los títulos y documentos profesionales de quienes participan en las misiones, como forma de impedir su independencia.
“Te chantajean con tus títulos. Si te vas, no tienes cómo validar tu profesión en Europa”, relató. Otra doctora en Italia confirmó que sus credenciales fueron bloqueadas: “Cuando te vas, te ponen en una lista negra. En Italia necesitas tus documentos, pero primero deben ser legalizados en La Habana y luego apostillados en la embajada italiana”.
Este sistema, denuncian, obliga a los médicos a mantenerse atados a la Misión, ya que sin la documentación oficial no pueden ejercer plenamente en el extranjero.
Los profesionales que permanecen en Calabria describen un ambiente de miedo constante. Según testigos, los jefes de la Misión les advirtieron que podían “identificar a los que denuncian”. Algunos aseguran que ni siquiera se atreven a hablar por teléfono.
Las amenazas incluyen la posibilidad de ser devueltos a Cuba y castigados con la prohibición de entrar al país durante ocho años, lo que implica la separación forzada de sus familias. “Ni en Europa somos libres. Es vergonzoso que esto pase desapercibido en un continente democrático”, lamentó un médico a CubaNet.
Además de las presiones, la CSMC impone normas internas que contradicen la legislación italiana, como prohibiciones a la sindicalización o limitaciones al derecho de reunificación familiar. El 4 de enero, el jefe de la Misión, Luis Enrique Pérez Ulloa, emitió una circular que endureció el control sobre las visitas de parientes, con sanciones disciplinarias para quienes incumplan.
Un especialista consultado resumió la situación: “No hay opciones. O trabajas bajo el control del régimen, o vuelves a la miseria de ser médico en Cuba”.
El Comité para la Defensa de la Salud de Polistena, en Reggio Calabria, denunció la salida de un traumatólogo cubano de su hospital y cuestionó las condiciones laborales impuestas a los médicos de la misión.
“¡1.200 euros al mes para un profesional que salva vidas! Esto no es cooperación, es explotación”, declaró la presidenta del comité, Marisa Valensise.
Las críticas también apuntan a que los acuerdos entre Italia y Cuba permiten a La Habana quedarse con la mayor parte de los salarios, mientras los médicos enfrentan sobrecarga de trabajo en un sistema sanitario ya colapsado.
Pese a las denuncias, nuevas regiones italianas como Molise han anunciado su intención de contratar médicos cubanos siguiendo el modelo de Calabria. Una doctora de la misión expresó su frustración: “Eso quiere decir que Italia no está tomando en cuenta lo que está sucediendo con nosotros”.
La estrategia de expandir brigadas médicas forma parte del negocio millonario de exportación de servicios profesionales, considerado la principal fuente de ingresos del régimen cubano.
El programa de misiones médicas ha sido señalado en distintas ocasiones como una forma de trabajo forzoso. En agosto, el Departamento de Estado de Estados Unidos impuso restricciones de visa a funcionarios cubanos vinculados a este esquema, así como a sus familiares, por su papel en la explotación de profesionales de la salud.
“Instamos a los gobiernos a que paguen directamente a los médicos, no a los esclavistas del régimen”, subrayó Washington en un comunicado oficial.
Los médicos que han logrado escapar describen su decisión como un sacrificio necesario. Una doctora entrevistada por CubaNet lo resumió con claridad: “La libertad cuesta. A mí me costará ocho años sin poder entrar a mi país, pero siento paz”.
Otro especialista explicó que, aunque el camino es difícil, dejar la misión es la única manera de recuperar la dignidad: “Tener control sobre mí mismo y mis decisiones es lo que verdaderamente significa la libertad”.
(Con información de CubaNet)
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