Un reciente incidente en Guantánamo ha puesto nuevamente sobre la mesa el tema de la salud mental y la seguridad en la vía pública en Cuba. Testigos reportaron que un hombre con claros signos de trastorno psicológico interrumpió el tráfico al colocarse en medio de la calle, generando un serio peligro tanto para los conductores como para sí mismo.
La situación, captada por transeúntes y difundida en redes sociales, refleja la vulnerabilidad de las personas que no reciben la atención médica necesaria y, al mismo tiempo, la preocupación ciudadana por evitar accidentes.
Una mujer cubana, al presenciar los hechos, expresó con firmeza su llamado a las autoridades para que intervinieran de inmediato, señalando que no solo se trataba de un problema de orden público, sino de la vida de un ser humano en evidente crisis.
Casos como este no son aislados.
En otras provincias del país también se han registrado episodios similares. En La Habana, por ejemplo, vecinos han denunciado a individuos con trastornos psiquiátricos que deambulan sin control, algunos de ellos en avenidas muy transitadas como la Calzada de 10 de Octubre o la Avenida de Rancho Boyeros.
En Santiago de Cuba, un hecho semejante ocurrió meses atrás cuando un hombre desorientado se lanzó repentinamente frente a un ómnibus urbano, obligando al chofer a realizar una maniobra brusca para evitar una tragedia.
Estos sucesos evidencian una carencia de mecanismos efectivos para el tratamiento y la protección de personas con enfermedades mentales. Muchos de ellos viven en condiciones de abandono, sin acceso a medicamentos ni a un seguimiento adecuado por parte de instituciones de salud.
“Se trata de un problema que va más allá de la seguridad vial, es un problema social que afecta a todos”, opinan ciudadanos que han presenciado escenas de este tipo.
El llamado de la mujer guantanamera resume la urgencia de que las autoridades locales y nacionales actúen con rapidez y eficacia. No solo para prevenir accidentes fatales, sino también para garantizar la dignidad y la atención que merecen los enfermos mentales en Cuba.
Mientras no se tomen medidas estructurales, este tipo de escenas seguirán repitiéndose en diferentes rincones del país, poniendo en riesgo la vida de inocentes y mostrando la falta de respuestas adecuadas a un problema que crece cada día.
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