Estados Unidos ordenó un nuevo despliegue militar en aguas cercanas a Venezuela, lo que marca un incremento significativo de la presión en el Caribe.
De acuerdo con información publicada por la agencia Reuters, el gobierno del presidente Donald Trump autorizó el envío de un submarino nuclear y de un buque lanzamisiles que se sumarán a la operación contra los carteles de drogas en América Latina.
Según las fuentes consultadas, ambas embarcaciones llegarán en los primeros días de septiembre y permanecerán en la zona como parte de la estrategia naval de Washington.
El anuncio fue confirmado por voceros de la Marina de EE. UU., quienes identificaron al USS Lake Erie como una de las naves destinadas a reforzar el operativo. Este buque es un crucero lanzamisiles de la clase Ticonderoga, especializado en defensa aérea y en operaciones de control marítimo.
Junto con él, un submarino de propulsión nuclear —cuyo nombre no ha sido revelado por razones de seguridad— hará presencia en la región, incrementando la capacidad de disuasión de Estados Unidos frente a posibles amenazas.
El despliegue se produce en un contexto marcado por la tensión entre Washington y Caracas. El gobierno de Nicolás Maduro ha denunciado de manera reiterada que las operaciones militares de Estados Unidos en el Caribe constituyen actos de provocación y buscan justificar una intervención en Venezuela.
La Casa Blanca insiste en que la misión está enfocada en debilitar a las organizaciones criminales transnacionales que utilizan las rutas marítimas para traficar drogas hacia Norteamérica.
"Este movimiento es parte de la estrategia para cortar de raíz los flujos ilícitos de narcóticos que amenazan la seguridad de Estados Unidos y de la región", explicaron fuentes militares citadas por la prensa internacional.
Los analistas destacan que la llegada de un submarino nuclear añade un elemento de fuerza altamente simbólico, ya que representa un despliegue de poder que va más allá de la lucha contra el narcotráfico y se inserta en un tablero geopolítico mucho más amplio.
Diversos expertos consideran que este refuerzo naval podría generar nuevas tensiones diplomáticas en América Latina, especialmente entre países que han expresado críticas a la política de “máxima presión” de la administración Trump hacia Venezuela.
Sin embargo, Washington insiste en que no busca una confrontación directa, sino fortalecer la cooperación con aliados regionales para enfrentar la amenaza del crimen organizado.
El arribo de los buques en septiembre será seguido con atención por la comunidad internacional, ya que podría marcar una nueva etapa en la presencia militar de Estados Unidos en el Caribe.
Para algunos, se trata de una medida preventiva legítima frente a los carteles de la droga; para otros, es un mensaje directo al gobierno de Nicolás Maduro en momentos de fuerte inestabilidad política y social.
En cualquier caso, el despliegue anunciado refuerza la idea de que el Caribe continúa siendo un escenario clave en las disputas geoestratégicas del continente, donde seguridad, narcotráfico y política internacional se entrelazan en un delicado equilibrio.
Fuente: El Tiempo
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