Un episodio de inusual solidaridad ha marcado al puerto de Celestún, Yucatán, donde 21 balseros cubanos se encuentran aún refugiados en casas de pobladores locales que decidieron acogerlos y evitar su entrega al Instituto Nacional de Migración (INM). Los migrantes llegaron el pasado 17 de octubre en dos precarias embarcaciones, tras varios días de travesía desde Cuba, buscando escapar de la crisis económica y política que vive la isla.
Según testigos, los cubanos arribaron al anochecer, exhaustos y visiblemente deshidratados. “Llegaron sin causar problemas, solo pedían agua y algo de comida”, relató una vecina que prefirió mantenerse en el anonimato. Su presencia generó desconcierto y división entre los habitantes: mientras algunos pedían la intervención de las autoridades para garantizar su atención médica y regular su estatus migratorio, otros optaron por protegerlos y ofrecerles refugio temporal en sus hogares.
Videos difundidos en redes sociales muestran a los migrantes caminando por la avenida principal del puerto, con ropa empapada por el mar y el rostro marcado por el cansancio. Muchos se detuvieron frente a la escuela primaria “Bertha María González” antes de ser ayudados por vecinos que les ofrecieron comida y techo.
Desde entonces, los cubanos permanecen ocultos en viviendas de Celestún, reacios a entregarse a las autoridades migratorias. El alcalde del municipio, Germán Jesús Cauich Pinto, ha sostenido reuniones con el INM y con los pobladores para intentar que los migrantes sean entregados de forma pacífica y reciban asistencia oficial. Sin embargo, gran parte de la comunidad insiste en mantener su apoyo a los recién llegados. “No son delincuentes, son personas que vienen escapando del hambre”, expresó uno de los residentes.
El Instituto Nacional de Migración, por su parte, ha confirmado que continúa a la espera de poder recibir al grupo para iniciar los trámites correspondientes y verificar su situación legal en el país. La Secretaría de Gobernación en Yucatán señaló que el objetivo es garantizar el respeto a los derechos humanos de los migrantes y regularizar su estancia en México, si así lo permiten las condiciones.
Mientras tanto, los habitantes de Celestún continúan divididos entre la empatía y la preocupación. Algunos temen posibles sanciones por ocultar a extranjeros indocumentados, mientras otros consideran que entregar a los cubanos sería “traicionar un acto de humanidad”.
El caso de Celestún refleja la creciente ola migratoria desde Cuba hacia México, impulsada por el empeoramiento de las condiciones de vida en la isla y el endurecimiento de las políticas migratorias en otros países del continente. En los últimos meses, el arribo de balseros a las costas mexicanas se ha vuelto cada vez más frecuente, especialmente en Yucatán y Quintana Roo, donde comunidades costeras se enfrentan a dilemas similares.
Fuente: El Universal
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