La angustia que vivía una familia de Santiago de Cuba llegó a su fin, luego de que la señora Engracia Martínez Peña de 85 años y diagnosticada con Alzheimer, fuera finalmente encontrada en buen estado físico. La noticia fue confirmada por su nieto, quien horas antes había encendido las alarmas en redes sociales al informar su desaparición y solicitar ayuda urgente para dar con su paradero.
Engracia, cuya condición médica deteriora seriamente su memoria y capacidad de orientación, había salido de su vivienda sin que la familia lo notara de inmediato. Debido a la enfermedad, suele desorientarse con facilidad, lo que aumenta el riesgo cuando se encuentra sola en la vía pública. En esta ocasión, la preocupación fue aún mayor porque el tiempo transcurría sin pistas claras sobre su ubicación.
Afortunadamente, la rápida reacción de la comunidad fue clave. Varias personas compartieron la alerta publicada por su nieto, logrando que la información circulara ampliamente entre residentes de Santiago de Cuba y municipios cercanos. Gracias a esta colaboración espontánea, una persona la reconoció en las cercanías de Contramaestre y avisó a las autoridades.
La Policía la trasladó a la Estación de Contramaestre para garantizar su seguridad hasta que pudieran localizar a sus familiares. Según los primeros reportes, Engracia se encontraba cansada pero estable, sin signos de violencia ni lesiones. Los agentes señalaron que la identificación fue posible gracias a las fotografías difundidas en redes, lo que demuestra una vez más el poder que tiene la solidaridad ciudadana en situaciones de emergencia.
La familia expresó un profundo agradecimiento a todos los que compartieron la publicación, comentaron, buscaron en los alrededores o simplemente se preocuparon por su bienestar. “No tenemos palabras para agradecer tanta ayuda. Hoy nuestra abuela está con vida gracias a ustedes”, dijo su nieto visiblemente emocionado.
El caso de Engracia también vuelve a poner sobre la mesa la vulnerabilidad de las personas con Alzheimer y la necesidad de implementar medidas de seguridad adicionales para su protección. Pulseras de identificación, acompañamiento constante y supervisión comunitaria pueden marcar la diferencia entre un desenlace trágico y uno como este, que afortunadamente terminó de manera positiva.
Hoy, la familia de Engracia puede respirar tranquila. La abuela está resguardada, recibiendo atención, y vuelve a su hogar rodeada del cariño que nunca le faltó. Una vez más, la unión de la gente salvó una vida.
Fuente: Yasmany Mayeta