En Cuba, obtener medicamentos se ha convertido en un verdadero calvario para millones de personas. Se estima que más del 70% del cuadro básico de fármacos está ausente de las farmacias del país, lo que obliga a las familias a buscar soluciones desesperadas en medio de una grave crisis económica y sanitaria.
Jessica Rodríguez, madre de Luis Ángelo, un niño de cuatro años que necesita un trasplante de esófago, vive esta realidad a diario en su barrio de Santa Fe, La Habana. Su hijo sobrevive con una traqueotomía, alimentación por sonda y enfrenta problemas de asma, alergias, cardiopatía y epilepsia. “Me desespera pensar que no tengo algo que pueda necesitar para él. Un medicamento que falte puede poner en riesgo su vida”, relata Rodríguez.
La situación refleja un problema generalizado en la isla. Según cifras oficiales, en 2024 Cuba no logró reunir los 300 millones de dólares necesarios para importar materias primas que permitan producir los 650 fármacos del cuadro básico. Hospitales y farmacias carecen de insumos esenciales: gasas, hilo de sutura, desinfectante u oxígeno son cada vez más escasos. Un médico habanero, que prefirió mantener el anonimato, aseguró: “Hay días que no hay nada y otros aparece algo”.
Los cubanos con enfermedades crónicas cuentan con un “tarjetón” que les permite comprar medicinas a precios subsidiados. Sin embargo, la escasez hace que muchos tengan que recurrir al mercado negro, pagando entre 3 y 4 dólares por cada blíster de pastillas, en un país donde el salario promedio oficial es de apenas 54 dólares al mes.
Desde 2021, el gobierno permite el ingreso de medicinas traídas por familiares desde el extranjero, pero sin fines comerciales. Esta medida ha generado un mercado informal que, aunque ayuda a paliar la falta de medicamentos, también se ha convertido en un negocio que lucra con la necesidad de los cubanos.
Frente a este panorama, han surgido iniciativas solidarias como Palomas, un proyecto creado en La Habana en 2021 que distribuye medicinas de forma gratuita. La plataforma conecta a quienes tienen medicamentos disponibles con quienes los necesitan, apoyándose en redes de WhatsApp y la colaboración de cientos de voluntarios. Hasta la fecha, Palomas ha entregado medicamentos a más de 179.000 personas.
Sergio Cabrera, coordinador general del proyecto, explica: “Es difícil ver a la gente sufrir por falta de medicinas para sus familiares. Palomas ha creado un sendero de luz en medio de las carencias y desidias que enfrenta nuestro sistema de salud”.
La experiencia de Rodríguez y la labor de iniciativas como Palomas ilustran la magnitud de la crisis de medicamentos en Cuba, donde la combinación de escasez, crisis económica y restricciones del sistema de salud pública obliga a la población a buscar soluciones alternativas para sobrevivir. Cada día es una lucha por la vida, la salud y la esperanza.
Fuente: La Razón
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