El portal oficialista Cubadebate criticó este viernes a un restaurante privado en La Habana por vender hamburguesas presentadas con una pequeña bandera de Estados Unidos.
La publicación se refiere al bar-cafetería Rey & Gaby, en G y 25, en el Vedado, y particularmente menciona la “Hamburguesa americana”, elaborada con huevo frito, queso gouda, bacón, lechuga, tomate y vianda frita, con un costo de 1300 pesos cubanos CUP.
“En Rey & Gaby el servicio del local es impecable, de hecho, la imposición del 10 por ciento de la cuenta, cuando la propina debería ser voluntaria, pareciera que garantiza una atención diferenciada de aquellos lugares que no lo exigen”, señala.
“El trato al cliente, un ambiente amenizado con música pop estadounidense, códigos QR y pago online en tiempos de bancarización y los susurros del resto de los comensales, complementan la visita a un lugar donde la cuenta perfectamente puede superar el salario medio de un trabajador estatal en Cuba”, describe.
La publicación hace énfasis también en los precios, como “un café expreso a 300 cup, un agua natural en 320, hasta un refresco nacional en 380 o una malta en 570”.
“Esas cifras propician otras interrogantes: ¿quién se encarga de velar por establecer un tope a los precios de los lugares privados? ¿Debería existir alguna ley que permita controlar el precio máximo a la reventa de productos nacionales, muchas veces superior a los importados? Quién le pone el cascabel al gato”, apunta.
“Si bien en Rey & Gaby se ofertan platos identitarios de Estados Unidos, de la llamada fast food, como hamburguesas o papas fritas, el menú va más allá y también figuran la comida italiana como pastas o pizza, postres, o entrantes como croquetas o bolitas de queso”, agrega.
Para la autora del artículo, “no se justifica” el detalle de la cultura norteamericana. “Por eso y a partir de este menú, la comida del local no se reconoce como identitaria de EEUU; no se justifica que dentro de esas cuatro paredes se imite a una cultura extranjera que no lleva el sello de ese restaurante”, señala.
“Entonces, ¿se trata realmente de vender con la bandera estadounidense la comida típica de dicha nación, o es un proceso de culturización? ¿Es necesario vender o hacer un producto más llamativo a partir de símbolos que se intentan imponer para desplazar a aquellos más arraigados a la idiosincrasia del cubano? ¿Hay que colocar el mercado por encima de la cultura, de lo que está bien o mal? ¿A qué le dan promoción, a la comida o al propio país? Dudas que quedan sobre la mesa”, cuestiona.
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