Este sábado, parte del pueblo de Gibara salió a protestar contra los apagones, la falta de agua y el encarecimiento de la vida. Las imágenes de esas marchas improvisadas devuelven a la mente otra postal reciente: los millones que, apenas en mayo, llenaron plazas en todo el país para celebrar el Día Internacional de los Trabajadores.
Entonces, la narrativa oficial hablaba de respaldo masivo al liderazgo de Miguel Díaz-Canel y a la continuidad del socialismo. Sin embargo, pocos meses después, la cotidianidad expuso un rostro distinto: cortes prolongados de electricidad, caídas en el servicio de agua, encarecimiento e inestabilidad en los datos móviles de ETECSA, racionalización y desabastecimiento de alimentos básicos y, en paralelo, altos funcionarios que continúan viajando y organizando eventos costosos, sin señales de austeridad proporcional al sacrificio exigido.
La célebre expresión latina “Ave, César, morituri te salutant” —“Salve, César, los que van a morir te saludan”— proviene de una anécdota del siglo I, cuando gladiadores condenados a luchar o prisioneros destinados a espectáculos sangrientos saludaban al emperador antes de enfrentar su casi segura muerte. Era un rito de obediencia y resignación: un último reconocimiento al poder de quien podía decidir su destino.
El paralelo con las marchas oficiales cubanas no pretende equiparar literalmente la violencia del circo romano con los desfiles actuales, pero sí iluminar un patrón: multitudes que, convocadas por la autoridad, saludan y aplauden aún cuando la vida cotidiana está marcada por carencias extremas. En ambos casos, el saludo puede esconder resignación, cálculo o simple supervivencia, más que una adhesión plena. Pero ya sea conscientes o no, cuantos de los que desfilaron el Dia de los Trabajadores se arrepienten apenas unos meses después?
Apagones crónicos con cortes de corriente por varios días. Falta de medicamentos, de personal de salud, de condiciones en los hospitales. Falta de agua potable en amplias zonas. Basureros interminables en cualquier calle. Problemas recurrentes con los datos móviles y el alto costo a su acceso. Precios que golpean cada bolsillo. Y una bancarización y dolarización del país que cada vez más arrastra a la miseria a miles de cubanos.
Mientras tanto, las giras al extranjero y actos protocolarios de los dirigentes, los cuales exhiben lujosos atuendos y barrigas prominentes siguen ocupando titulares, evidenciando que el costo de la crisis no se reparte por igual.
Paralelamente millones de cubanos han optado por marcharse, la migración se ha convertido en válvula de escape.
Otros, sin posibilidad o deseo de emigrar, han tomado las calles. Las protestas del 11 de julio de 2021 y las de este sábado muestran que una parte del país, aunque minoritaria frente al aparato estatal, prefiere expresar su frustración públicamente. Y es a este sector al cual le temen. Porque no es más que el pueblo. Que seguirá sumando entre arrepentidos, traicionados y decepcionados a millones que quieren poner fin a las penurias diarias para las cuales no hay soluciones y en su lugar empeoran...y eso lo sabe hasta "el César".
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