Cuba atraviesa una de las peores crisis de su industria avícola en décadas. La producción de huevos se ha desplomado hasta niveles que muchos no imaginaban posibles y la falta de gallinas ponedoras se ha convertido en un problema crítico.
En apenas cinco años, el país perdió más de 5.4 millones de aves, lo que ha reducido la flota de gallinas ponedoras a apenas un tercio de lo que existía en 2019.
La consecuencia más visible es que los huevos, antes accesibles, hoy se venden a precios que superan la capacidad de compra de gran parte de la población.
Expertos y medios oficiales coinciden en que el factor principal detrás de esta crisis es la falta de alimento para las aves. Sin pienso disponible, muchas gallinas murieron de hambre, mientras que otras fueron sacrificadas anticipadamente ante la imposibilidad de mantenerlas vivas.
Este colapso en la masa animal repercute directamente en el suministro, afectando tanto a la canasta básica normada como al comercio privado. En varias provincias, como Artemisa, la producción diaria pasó de más de 600.000 huevos a cifras extremadamente bajas, dejando a miles de familias sin acceso regular a este alimento básico.
En el mercado privado, los huevos se han convertido en un lujo casi inalcanzable. Un cartón de 30 unidades puede costar entre 2.800 y 3.500 pesos cubanos, cifras que representan un esfuerzo económico significativo para cualquier hogar.
La prensa oficialista ha señalado a los pequeños negocios y actores privados como responsables de la especulación, aunque el verdadero nudo del problema radica en el control estatal de la producción y la falta de apoyo financiero a las empresas avícolas.
La situación económica de las compañías avícolas tampoco ayuda. Algunas reportan pérdidas millonarias y dependen de créditos bancarios para mantenerse operativas. A pesar de estos desafíos, se están realizando intentos de innovación, como el desarrollo de gallinas más resistentes que puedan soportar mejor las dificultades actuales, aunque la ciencia aún no ha inventado un ave que pueda producir huevos sin alimento.
Para los cubanos, lo que antes era cotidiano ahora se ha convertido en un desafío diario: conseguir un cartón de huevos representa un problema logístico y financiero. La combinación de escasez de alimento, pérdidas económicas y falta de inversión amenaza con prolongar esta crisis. Mientras tanto, los consumidores siguen enfrentando precios prohibitivos y un mercado que parece cada vez más limitado, recordando que en Cuba, incluso los productos más simples, pueden transformarse en un lujo.
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