La historia de los Pio Pio’s no es un caso aislado. En cada rincón del país hay instalaciones que alguna vez fueron símbolo de progreso, de vida social o de servicios básicos para la población, y que hoy yacen convertidas en esqueletos de cemento, testigos mudos de la incapacidad gubernamental para sostenerlas.
Un ejemplo doloroso es el Mercado Agropecuario de 100 y Boyeros, en La Habana, que en los años 80 y 90 fue punto neurálgico para el abastecimiento de frutas, vegetales y viandas a la capital.
Allí, miles de familias podían encontrar productos frescos a precios accesibles, en un entorno donde la actividad era constante y los pasillos rebosaban de vida.
Hoy, ese espacio apenas sobrevive entre paredes agrietadas, techos colapsados y un silencio que recuerda más a un campo abandonado que a un mercado.
Las goteras y la falta de higiene son tan visibles como la escasez de alimentos que debería ofrecer.
La infraestructura se cae a pedazos, los locales están vacíos y apenas quedan unos pocos vendedores que, con esfuerzo, intentan subsistir en condiciones precarias.
La explicación oficial es la misma de siempre: no hay presupuesto. Sin embargo, la población denuncia que mientras el gobierno destina recursos a hoteles vacíos o campañas propagandísticas, los espacios esenciales para el pueblo se convierten en ruinas.
El abandono no solo es físico, también es funcional: ya no cumplen la misión para la que fueron creados.
Lo que ocurre en este mercado es reflejo de una realidad más amplia: la destrucción del tejido social y económico.
Desde cafeterías y cines hasta instalaciones deportivas, todas han sido dejadas a la deriva.
El Estado, dueño absoluto de las propiedades, ha demostrado que carece de voluntad y gestión para preservarlas, condenando a generaciones enteras a ver cómo desaparecen lugares que formaban parte de la vida cotidiana.
Cuba se desangra en ruinas, y cada instalación que se pierde no es solo un edificio menos: es un recuerdo, un servicio y un derecho más arrebatado al pueblo.
Fuente: La Tijera, Facebook.
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