Hace unos días, la Televisión Cubana cortó una entrevista que un periodista pinareño realizaba a uno de los astros zurdos de la pelota cubana de todos los tiempos: Omar Ajete. El hecho, por todos conocido, es que cuando el ex lanzador denunciaba el poco o ningún caso que les hacían a los deportistas retirados, la transmisión fue interrumpida abruptamente. Muchos se han hecho eco del lamentable suceso, entre ellos la profesora Alina Bárbara López Hernández.
"La décima, en sus formas ´culta´ y ´popular´ ha sido durante siglos la aliada fiel del alma cubana. En ella se han volcado aspiraciones, frustraciones y opiniones políticas, convirtiéndose en testigo y portavoz de nuestras realidades más íntimas y colectivas.
En esta ocasión, una décima denuncia la censura con la dignidad de quien ha lanzado muchas rectas sin miedo. Ocurrió en Pinar del Río, en el estadio "Capitán San Luis", durante un descanso entre innings. Allí, sentado en las gradas, el exlanzador Omar Ajete –figura legendaria del béisbol cubano– fue abordado por un periodista. La entrevista prometía ser trivial, nostálgica quizás, pero Ajete, sin rodeos, disparó su opinión con la misma franqueza con la que solía lanzar.
—La atención aquí es muy mala —dijo de entrada, sin adornos.
Y añadió, como quien lanza una recta a más de 90 millas:
—No hay combustible.
"De inmediato, como por reflejo, las cámaras evitaron su rostro, el sonido se esfumó y el ángulo cambió súbitamente hacia el terreno. Ajete, otrora número 31 de la selección nacional, campeón olímpico, ídolo pinareño, fue silenciado en vivo, en cadena nacional, por atreverse a decir lo evidente.
"En un país donde se ha glorificado el sacrificio en nombre de la Revolución, donde médicos, maestros, ingenieros y deportistas han dado su vida por ideales que se desdibujan en la práctica, la voz de Ajete resonó como un trueno. No habló desde el resentimiento, sino desde el compromiso. Fue una recta más, pero esta vez dirigida al corazón del sistema que lo formó y ahora lo censura.
"Porque en Cuba, decir la verdad sigue siendo peligroso. La honestidad incomoda al poder, y el poder responde con torpeza: censura, omisión, silencios forzados. Sin embargo, en la era del internet, las mordazas duran poco. La imagen se corta, pero el mensaje viaja. La verdad encuentra su cauce, y esta vez lo hizo en forma de poesía.
"Ajete, como muchos otros cubanos que eligieron quedarse y construir desde dentro, dio a la Isla su talento y sus mejores años. Hoy, por decir lo que miles piensan, es víctima de una censura absurda que no logra ocultar lo evidente: la situación del país es insostenible, y ya nadie se traga el discurso edulcorado.
CODA:
"No maquilles con gala este sucio sainete.
Como bien dijo Ajete: la cosa está mala, mala.
No seguiremos cavando para enterrar nuestra voz.
Al censor del televisor,
que creyó poder apagar verdades,
la recta de Ajete le tumbó el farol"
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